Podría pensarse que en el XXI, los privilegiados del planeta que hemos conocido los derechos de la persona, empezando por las libertades (de la persona, de la palabra, de pensamiento, de credo ..) y que buscamos equidad social, no podríamos regresar a los dilemas europeos de hace 4 o 6 siglos de orden o libertad, equidad o libertades. La historia ha mostrado que lo que las libertades permiten es indispensable para lograr equidad.
En la VII Cumbre de las Américas, Correa planteó el tema y Obama interpeló. Ante un Correa que insistía sobre “una mala, muy mala prensa” en América Latina, que difícil es no estar de acuerdo con la interrogante de Obama que inquiría ¿cómo definir esa prensa?. Y concluyó, más o menos, mal haría yo en pretender definirla, por eso en mi país la prensa es libre, incluida la que me ataca. Como antaño, América Latina busca afirmar el poder político, el norte habla de un sistema de sociedad.
Algunas izquierdas siguen teniendo una visión religiosa de crear un paraíso, la gran noche del cambio y no procesos sociales de largo plazo que podrían diseñar otro futuro. Esta pasión autoritaria que sigue pensando en que eso requiere tener todo o el máximo de poder, es una negación de la sociedad, pues contra ella se ejerce su pasión por el control.
Correa recordó a los EEUU, con sobrada razón, que su intervencionismo es inadmisible. El mensaje debería llegar al conservador republicano o no, para quien su país tiene la predestinación de proyectar su orden al mundo. Pero por lo demás, el presidente ecuatoriano proyecta al mundo sus disputas internas. Rememoró la historia de EEUU y sus desgracias de discriminación, para crear justificaciones que descalifiquen al otro y con ello a sus posiciones. No es un debate sobre las ideas del otro, es una simple descalificación del emisor. Desperdició la escena internacional para crear una imagen propositiva de su gobierno. Correa prefiere volverse el heredero de Chávez.
No fue sino al fin de su intervención que se refirió al tema de la Cumbre, Equidad con Prosperidad, y concluyó debe ser equidad para la prosperidad. Lo cual merecía precisamente explicación.
Parte de la izquierda latinoamericana sigue obsesionada con la tradición oligárquica sin ver que la lucha social contra ésta, en el mundo agrario, ya mostró que las demandas de equidad requirieron de una lucha por las libertades, pues con estas los dominados se afirmaban, tomaban la palabra, intercambiaban ideas, construían sus propuestas y acciones. Para conquistar la equidad y hacerla que dure se requiere una sociedad activa e instituciones que valen por sí mismas, no por la tutela de autoridad o persona alguna. La lucha por la equidad es primero una disputa social por toda clase de iniciativas. No se circunscribe a simples políticas públicas. Así, las libertades pueden más bien ser una premisa para la equidad.
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