El presidente Juan Manuel Santos, el hombre que le apostó todo su caudal político y su prestigio como gobernante a la búsqueda de la paz, se posesionará en la tarde de este jueves por segunda vez como Jefe de Estado en una ceremonia cargada de símbolos referentes al fin de la guerra.
Habrá, incluso, un himno por la paz. (Paz, el eje transversal entre Santos I y Santos II)
Santos tiene la decisión de pasar la página de la violencia en Colombia y dejarla en los anaqueles de la historia, y para ello quiere que distintos sectores civiles, empresariales, sociales y políticos, incluida la oposición, lo respalden.
Si en su primer mandato luchó por consolidar un proceso de salida política a más de 50 años de guerra, en el segundo quiere que el país transite hacia el posconflicto y se desarrolle una agenda de cambio social, que le permita ganarse ese lugar en la historia para el que se viene preparando desde hace varios años.
Esto estará reflejado en la ceremonia de toma de mando de este miércoles, que iniciará pasadas las 3 de la tarde, la cual –según diversas fuentes– estará marcada por una serie de actos simbólicos que el propio Santos pidió realizar. Todos, por supuesto, reflejarán su incansable lucha por lograr la paz.
Si bien no trascendieron mayores detalles sobre esos actos, se conoció que la mayoría de ellos –que algunos han catalogado como “una sorpresa”– se realizarán durante los honores militares al final de la ceremonia de posesión.
El signo que identifica a Santos, y siempre lo carga en la solapa de sus vestidos –al igual que la mayoría de sus funcionarios–, es una paloma. Ese símbolo asumirá este jueves diversas formas.
A diferencia de hace 4 años, cuando voló sobre el mediodía a la Sierra Nevada de Santa Marta para tomar posesión simbólica ante las autoridades indígenas, esta vez solo estará en el acto oficial de la Plaza Núñez, en el Capitolio, donde lo acompañarán 128 delegaciones internacionales (105 países y 23 organismos multilaterales).
La ceremonia se prepara desde hace varias semanas con especial cuidado. Los invitados estarán en la Plaza de Armas de Palacio y desde allí verán a Santos, ubicado en una tarima en la que el presidente del Senado, José David Name, le impondrá la banda presidencial.
El protocolo ha tenido tal rigor, que el líder del Congreso tuvo que efectuar varios ensayos del momento.
La agenda es sencilla. El Congreso pleno está citado para la 1 de la tarde. Se designará una comisión para que se desplace hasta Palacio a recoger al mandatario. Se le impondrá la banda, hablará el presidente del Congreso y luego el Jefe de Estado, y finalizará la ceremonia con honores militares.
El reelecto mandatario, ante más de 2.000 invitados, insistirá en que la búsqueda de la paz está por arrojar frutos concretos y que, para consolidarlo, necesitará apoyo interno y de la comunidad internacional.
El eje central de su discurso será el de la “unidad nacional para la paz”, que se complementará con la necesidad de impulsar una intensa agenda de cambio social que permita materializar los logros que se espera arroje el fin del conflicto interno.
Santos quiere enviar un mensaje claro para convocar el apoyo de sectores de la oposición a los diálogos de La Habana. Incluso, no se descarta que revele algunos nombres de quienes estarían dispuestos, desde orillas ideológicas distintas a la suya, a respaldar e impulsar el proceso de paz.
En las últimas semanas se ha visto a un Presidente reflexivo y haciendo varias consultas sobre los aspectos de trabajo que debe rectificar para su segundo mandato. Por eso ha delineado personalmente su discurso de posesión y ha compartido con miembros cercanos de su equipo algunos de estos conceptos.
Otro mensaje claro es la relevancia que para su segundo periodo en la Casa de Nariño tendrá el campo y así lo dirá este jueves. Será un frente prioritario de trabajo para el próximo cuatrienio, donde designó como ministro a un hombre de su confianza.
Por supuesto que habrá más temas, pero en plata blanca lo que quiere Santos es notificar el camino que seguirá para pasar a la historia logrando la paz.
Tuvo una mañana de mucha tranquilidad
La mañana del presidente Juan Manuel Santos transcurrió este jueves en familia, con actividades privadas y preparándose para la ceremonia en la que oficializará esta tarde el inicio de su segundo mandato.
Sobre las 10, tuvo una ceremonia religiosa en la capilla de la Casa de Nariño, a la que solo asistirán sus más cercanos colaboradores. Como buen católico, le pidió a Dios que le ayude a consolidar su apuesta, la paz, y que los cuatro años que comienza desde este jueves sean la base para que el país transite sin mayores contratiempos hacia el posconflicto.
Hacia el mediodía, almorzó en la casa privada de Palacio, y pasada la 1 de la tarde, hora en la que se reúne el Congreso pleno para tomar juramento al mandatario, estará a la espera de la comisión que se desplazará a la Casa de Nariño para llevarlo a la plaza Núñez, en el Capitolio, a la toma de mando. Luego de la posesión, sobre las 5:30 de la tarde, ofrecerá una recepción en la Plaza de Armas de Palacio, como agradecimiento a los invitados y a las 128 delegaciones extranjeras que hicieron presencia.
Unión es la fortaleza de la familia presidencial
“Somos un solo equipo”, es una de las tantas frases que ha repetido en diferentes ocasiones la familia Santos Rodríguez y que han caracterizado su unión durante los cuatro años de gobierno.
Pero esta fuerza no ha estado soportada únicamente por las palabras. Los hechos han vuelto tangible la voluntad de la familia Santos, encabezada por el Presidente y por la primera dama, María Clemencia Rodríguez, por hacer de la suya no solo el símbolo del apoyo en los momentos más difíciles del mandato presidencial y de la campaña por el segundo periodo en este cargo, sino de la solidez que se espera dentro del grupo familiar.
La cohesión entre los Santos Rodríguez fue evidente para el país durante los momentos más duros de la enfermedad del Presidente y sirvió para superar los vientos en contra cuando las encuestas dejaban segundo al entonces candidato.
Incluso, se prestó para ironizar a través de las redes sociales en contra de sus detractores políticos como José Obdulio Gaviria y el mismo Francisco Santos, primo hermano del Jefe de Estado.
Sin embargo, más allá del ámbito político, los cinco miembros de la familia presidencial han sido un ejemplo del ideal de familia tradicional colombiana, donde las cabezas del hogar llevan las riendas con su arduo trabajo y los hijos son modelos de disciplina y dedicación.
Mientras Martín, el mayor de los tres hijos, estuvo vinculado activamente a las dos campañas de su padre, María Antonia ha llevado una satisfactoria carrera universitaria en Estados Unidos, y Esteban, el menor, prestó el servicio militar, el cual culminó pocos meses antes de las últimas elecciones.
“A esta tarea llegué, y en ella sigo, por amor”, dijo ‘Tutina’ (diminutivo con el que es mejor conocida María Clemencia Rodríguez) cuando su esposo se decidió por la vida política y ella se comprometió a progresar junto a él en esta empresa. Hasta ahora ha cumplido con su palabra.
Fue la misma María Clemencia quien hace cuatro años, cuando todos los miembros de su familia estaban juntos en Bogotá, instauró el denominado “consejo de familia”, una reunión semanal en la que su familia se congregaba, todos los miércoles, para que Juan Manuel Santos mantuviera la costumbre familiar de compartir con sus hijos diferentes actividades.
Pese a que los retos que se le vienen al Presidente aumentarán con este segundo mandato, él seguramente seguirá encontrando dentro de su familia, y con espacios como los consejos, la forma de conservar las fuerzas para otros cuatro años desde la Casa de Nariño.