Los estudiantes y profesores realizan prácticas de campo con el uso de drones. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
Las erupciones del volcán Tungurahua llamaron la atención de Ronald Estrella. El riobambeño recuerda que cuando tenía 7 años fue con su padre Alberto a las comunidades asentadas en las faldas del coloso, para observar la salida de ceniza y cómo caía sobre las plantas de cultivos.
En una de esas visitas conoció a Hugo Yepes, quien en ese entonces era director del Instituto Geofísico. Conversaba con los pobladores de la comunidad Ilapo (Guano) sobre el volcán.
Esta experiencia lo marcó y decidió estudiar la carrera de Administración en Desastres y Gestión del Riesgo en la Universidad Estatal de Bolívar.
Hasta este año entregará licenciaturas y luego serán títulos de ingenieros. Los estudios en las dos especialidades duran 10 semestres. Es la única universidad estatal que ofrece esta carrera, pero hay centros privados e institutos tecnológicos que también la tienen.
En ese centro ya se han graduado 380 estudiantes y la promoción de Estrella, de 20 alumnos, es la antepenúltima. Las siguientes dos promociones saldrán como ingenieros.
La carrera, creada en 1992, cuenta con un centro meteorológico, y equipos para rescate, análisis ambientales, estructurales y geológicos. Un simulador, por medio de programas informáticos, crea sismos, tsunamis, deslizamientos y otros desastres que afectan a las poblaciones.
Ana Serrano, coordinadora de la carrera, explicó que estos aparatos permiten a los jóvenes tomar decisiones y actuar en los desastres. Los equipos se encuentran en uno de los laboratorios en Guaranda.
Estrella, de 21 años, fue parte de una delegación de la carrera que acudió a las zonas afectadas por el sismo de 6.5 grados, registrado en el cantón Cumandá (Chimborazo), el 6 de septiembre del 2018.
Ese evento dañó las viviendas de los cantones Cumandá, Alausí y Pallatanga. Ahí, los jóvenes pusieron en práctica sus conocimientos en la Evaluación de Daños y Análisis de Necesidades y el simulador.
El documento fue entregado a las autoridades de Chimborazo para que se tomaran decisiones como el derrocamiento de las casas o reparación de paredes. Incluso, brindaron apoyo psicológico a los niños con actividades lúdicas y cantos. Otros universitarios dictaron charlas sobre primeros auxilios y la forma de prepararse ante nuevos sismos.
Tatiana Blaz es oriunda de Machala (El Oro) y voluntaria del Servicio Nacional de Gestión de Riesgos. Es parte de los grupos que apoyan en los eventos de evacuación y conforman los comités comunitarios de riesgos de su cantón.
Ella ayuda para que los vecinos sean parte de las brigadas de salvamento y rescate, evacuación, orden y seguridad y comunicaciones.
La estudiante, de 20 años, contó que reciben capacitaciones de la Policía Nacional, Cuerpo de Bomberos y Cruz Roja. Estos organismos de rescate los instruyen sobre primeros auxilios, trasladado de pacientes, cómo tranquilizar a la población, entre otros.
A ella le gusta trabajar con niños, a quienes les enseña qué debe contener una mochila de emergencia, cómo actuar ante un sismo, qué hacer si hay un desbordamiento o un tsunami.
Por ejemplo, ella respondió algunas de esas inquietudes a 20 niños de una escuela cercana a la universidad, apoyándose en maquetas.
Los estudiantes de esta carrera realizan constantes exposiciones en el ingreso al centro universitario, parques o en las reuniones con los vecinos.
Tres estudiantes de la promoción de Estrella participaron en un recorrido para conocer los comités de riesgos -creados tras la reactivación del volcán Cotopaxi en el 2015- y los lugares donde se encuentran los equipos de monitoreo del Instituto Geofísico.
Junto con los especialistas del Servicio Geológico de Estados Unidos, que llegaron hace dos semanas al país, aprendieron sobre el sistema de prevención, las vías de evacuación y puntos seguros de Latacunga.
Otros estudiantes, como Mariana Verdezoto, César del Pozo e Inés Llumiguano, hacen pasantías en la Unidad de Riesgos de la Prefectura de Cotopaxi. Ayudan a funcionarios en las capacitaciones y charlas de seguridad y riesgos. Los jóvenes, oriundos de Chimbo, pagan arriendo en Latacunga para hacer sus prácticas.