Pie de foto: Las donaciones se entregan en una de las carpas instaladas en el parque El Arbolito. Fotos: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Cajas de leche en cartón, fundas de pan, botellones de agua, ollas de aluminio, frutas, atún enlatado, embutidos, aceite y hasta dinero en efectivo. Estos artículos y otros son parte de las donaciones ciudadanas al movimiento indígena asentado estos días en el Parque El Arbolito.
Una carpa instalada en el interior del parque es el punto a donde llegan familias, parejas y grupos de amigos que apoyan a los indígenas. El sábado 15 de agosto, entre las 10:00 y las 12:00, decenas de personas se acercaron al sitio.
Manuel Guerra se hizo presente con avena, leche y atún enlatado. “Vengo para apoyarlos y porque me identifico con las demandas que ellos tienen ante el gobierno. Es un momento para estar unidos”, comentó luego de entregar los víveres.
Jóvenes representantes de la Conaie son los encargados de recibir las donaciones y clasificarlas al interior de la carpa. Ellos explican que la carpa se armó el viernes, antes de la llegada de la marcha. Allí todo el trabajo es voluntario. En el caso de las donaciones de dinero se habilitaron dos vacas de cartón, que cumplen la función de alcancías.
Las donaciones ciudadanas han llegado hasta el parque El Arbolito, al norte de Quito. Foto: Eduardo Teran Urresta / EL COMERCIO
Entre los donantes también estuvo Diego Salazar y su familia. Él llegó con alimentos y agua.
¿Qué le motiva a entregar estas donaciones? “Lo que han hecho los indígenas tiene mucho mérito. Vinieron desde el sur del país y los apoyo en sus exigencias al gobierno”.
Una vez clasificados los alimentos, existen personas encargadas de repartir las frutas y el agua, así como de cocinar los fideos y los embutidos. Para esto último también cuentan con donaciones: ayer un grupo de galapagueños entregó ollas a los indígenas.
La colaboración marca el día a día de los indígenas en El Arbolito. El Municipio de Quito instaló baterías sanitarias y dos llaves de agua permiten asearse a los participantes de las protestas. Decenas de carpas, colchones y cobijas son parte del ambiente, al igual que una suerte de dispensario médico donde se atienden pequeñas dolencias de los indígenas.