Un hombre caminaba con piñatas por la tradicional plaza de San Francisco, ayer. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Cinco mujeres se arriman al muro de una casa antigua en la calle Rocafuerte, a unos metros de la plaza de Santo Domingo y, sin hacer nada, esperan. La más joven (acuerpada, de cabello largo y nariz respingada), bromea con un chico que se le acerca.
A los pies de la iglesia, dos hombres recostados sobre cartones piden limosna a las pocas personas que pasan por el templo. María Lina, quien atiende el negocio de la esquina de la calle Guayaquil, los conoce bien: son alcohólicos que cuando logran reunir lo suficiente, caminan hasta San Blas para comprar una botella de licor artesanal por un dólar.
A cuatro cuadras de allí, en la calle Chile, medio centenar de vendedores ambulantes busca ganarse la vida ofreciendo mascarillas, accesorios de teléfonos, pinzas, sombrillas, frutas y más. Todos hablan fuerte para atraer clientes, no guardan silencio ni cuando agentes municipales pasan cerca.
Así es un día común en el Centro Histórico. La principal joya, por la que la capital fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad hace 42 años, debe lidiar a diario con el comercio informal, las personas que viven en la calle, las que se dedican a consumir licor, las trabajadoras sexuales y las casas renteras clandestinas.
Joffre Echeverría, presidente del Buró del Centro Histórico, admite que sí se han realizado intervenciones en la zona, pero solo operativas. Hace falta -dice- una medida integral.
Caso contrario, mientras los uniformados controlan en una calle, el problema se desplaza a la siguiente.
Cada zona de esta parroquia enfrenta una dificultad. En San Blas, Loja y 24 de Mayo, hay venta de licor artesanal. En San Roque, el C.C. Montúfar y algunos zaguanes de la Olmedo, se ofertan cosas robadas. En la Vargas, Esmeraldas, Manabí, Flores, Rocafuerte y 24 de Mayo abunda el trabajo sexual.
Echeverría indica que uno de los problemas principales tiene que ver con las casas que, sin cumplir requisitos técnicos ni permisos, se rentan a USD 2 o 3 la noche en los alrededores de la Plaza del Teatro, en la Manabí, Flores y Olmedo.
Los representantes del Centro se reunieron con el alcalde Jorge Yunda, hace tres semanas, y llegaron a un acuerdo para organizar mesas de trabajo y buscar soluciones. No descartaron pedir apoyo al Gobierno.
El secretario de Seguridad, César Díaz, explica que justamente desde la semana pasada se reforzaron los operativos de control y antidelincuenciales.
Como parte de la intervención, han trabajado con la Secretaría de Inclusión para ofrecer ayuda a alcohólicos y a las personas en situación de calle, para persuadirlos de ingresar a algún centro de ayuda.
En la calle Esmeraldas, sector del Teatro Sucre, mujeres esperaban clientes, ayer. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
De igual manera han abordado a las trabajadoras sexuales. Paralelamente, se ha efectuado la identificación de hostales informales “que cobran USD 0,50 por el uso de las instalaciones, pero que no cuentan con permisos ni seguridad”.
Para tener una mejor acción, las autoridades han dividido al Centro en cuatro cuadrantes y se han registrado los lugares más conflictivos.
Del 31 de agosto al 6 de septiembre se han realizado 85 operativos en esa zona. Entre las faltas más frecuentes están las aglomeraciones y las ventas ambulantes.
El comercio informal es uno de los problemas más graves del sector. Solo en una semana se retiró a 3 678 personas que vendían en esa zona, especialmente en calles como la Rocafuerte, Imbabura, Guayaquil, García Moreno y Chile.
Díaz expresa que hasta el momento se ha realizado un acercamiento a los informales y se les ha exhortado a que hagan un buen uso del espacio público, pero desde esta semana iniciarán las multas y se les retirará la mercadería.
Rommel Rosero, coordinador Distrital de Comercio, señala que se está organizando la reubicación de una parte de los comerciantes autónomos que trabajan en el Centro.
Hasta el momento han firmado un convenio con la Asociación 1 de Mayo, para que cerca de 250 comerciantes que laboran en la Loja vayan a la plataforma de San Roque.
Además, procuran implementar un proyecto para habilitar 600 locales disponibles en los centros comerciales populares, para que se ubiquen allí cerca de 1 400 comerciantes de la industria textil que llegan a Quito los martes y sábados desde Imbabura y se sitúan en los corredores y alrededores de los centros comerciales de la zona.
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