En el Ecuador se organiza la Marcha de las Putas desde el 2012. Este año la caminata tendrá lugar el próximo 21 de marzo. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
En la edición 2014 de la Marcha de las Putas, la tercera consecutiva realizada en el Ecuador, una señora de aproximadamente 70 años sostenía un cartel. En él se podía leer el mensaje “mi nieto es gay, ¿y qué?”.
Ella es una muestra de la diversidad de temas que acapara este evento que desde el 2012 se da cita anualmente en el arco de la Circasiana, ubicado en el Parque del Ejido y marchan hacia la Plaza Foch como un ejercicio de protesta contra la violencia sexual y de género.
Ricardo Bravo, un sicólogo de mediana edad que ha asistido a la marcha desde la primera edición, cuenta que el evento está lleno de “diversidad. Tiene temáticas abiertas sobre feminismo. Todos los años hemos mejorado y crecido”, afirma.
Según el manifiesto de la organización, la Marcha de las Putas “surge en respuesta a actitudes y prácticas de maltrato, cosificación, estigmatización y opresión de las mujeres y cuerpos femeninos y feminizados”. Este evento hace un especial énfasis en el concepto social de las mujeres como responsables y provocadoras de su propio maltrato.
La idea de la marcha nació en Canadá en el 2011 luego de que Constable Michael Sanguinetti, un oficial de policía de Toronto, sugiriera durante un juicio que trataba un caso de violación que “las mujeres debían evitar vestirse como putas” para prevenir el abuso sexual. A raíz de estas declaraciones, un colectivo de mujeres de la ciudad organizó la primera Marcha de las Putas, a ella acudieron, en su mayoría, mujeres que buscaban reivindicar su derecho a vestirse de cualquier manera y a no ser agredidas sexualmente por ello.
Sonya Barnett, una de las organizadoras de esa marcha, explicó a los medios que el objetivo era que los servicios policiales “entiendan que culpar a la víctima, avergonzar a las putas o no es algo aceptable… La idea de que una puta es una persona inferior y merece ser abusada sexualmente no es exclusiva de la policía. Los medios también tienen esta idea”.
Ana Almeida, coordinadora de la Marcha de las Putas Ecuador, trajo la idea al país en el 2012. “Me parecía un movimiento que tenía mucho que dar desde la parte política pero también de la estética”, cuenta.
Con la ayuda de varios colectivos como la Casa Trans, el Proyecto Transgénero, la Coordinadora Política de Mujeres, Salud Mujeres, Mujeres Populares y Diversas y más se organizó en el Ecuador la primera Marcha de las Putas el 10 de marzo del 2012.
A esta cita acudieron alrededor de 500 personas, más mujeres que hombres recuerda Almeida. Quizás quienes más llamaron la atención de los asistentes fueron dos pequeñas niñas disfrazadas de princesas que llevaban un manifiesto: “Yo no necesito un príncipe azul”, se podía leer en un cartel que colgaba de sus espaldas.
Dos pequeñas niñas vestidas de princesas participaron en la primera edición de la Marcha de las Putas Ecuador en el 2012. Foto: Facebook/ Marcha de las Putas.
Aunque la mayoría de las personas que participaron fueron mujeres en esta primera edición, Carlos Hidalgo un joven que también ha asistido a la marcha y es parte del equipo organizador, cuenta que esta caminata no es solo de las mujeres, “la violencia la vivimos todos”, manifiesta.
Para el 2013, la marcha quedó a cargo únicamente de la Casa Trans y el Proyecto Transgénero , pues las otras organizaciones ya no quisieron ser parte de la segunda edición, asegura Almeida. “Esa fue la prueba de fuego, ya no teníamos a las compañeras feministas con las que hicimos la marcha. Así que organizamos una marcha más transfeminista”.
Las dificultades hicieron que en esta ocasión la Marcha de las Putas se realice el 20 de abril, que no es lo ideal, pues las organizadoras prefieren que el evento se realice en marzo. “Es un mes que tiene mucho significado para las luchas de las mujeres, está el 8 de marzo pero no queríamos hacerla ese día, queríamos tomarla en marzo para reivindicar el mes como el mes de acciones”, cuenta Almeida. Más allá de eso, para la organización, es conveniente que la marcha se realice este mes por cuestiones meteorológicas, pues en abril llueve.
A esta cita acudieron personas que no pertenecían a un colectivo determinado, pero se sentían identificadas con esta “nueva forma de expresión del feminismo que además había dejado huella de algo lindo, colorido que tiene cantos muy reivindicativos”, asegura Almeida.
Es precisamente la integración de las personas que se manifiestan en contra de diversas conductas que se han normalizado en el país lo que motiva a las organizadoras a hacer algo mejor cada año. En la segunda edición de la marcha, por ejemplo, se levantaron varios carteles en contra de la cosificación de las mujeres. Un joven de aproximadamente 20 años sostenía uno de los tantos letreros en los que se podía leer: “No es un halago silbarle como a un perro”.
La Marcha de las Putas ha evolucionado tanto en calidad de organización como en cantidad de asistentes. “Pasamos de una primera marcha donde había un 80% de mujeres y un 20% de hombres a una marcha, la del año anterior, en la que éramos casi mitad y mitad. Hombres, mujeres, feminidades, masculinidades, personas transfemeninas, transmasculinos”, cuenta Almeida.
Para el 2014, las organizadoras con el apoyo de voluntarios, realizaron más de 100 carteles con mensajes en contra del machismo, la violencia de género y el patriarcado. Quienes no habían elaborado uno pudieron acercarse al Parque del Ejido el 29 de marzo del 2014 y tomar cualquiera de los que estaba en el piso.
Ricardo Bravo recuerda que la marcha del 2014 fue la más grande de todas. A ella acudieron hombres, mujeres, familias heterosexuales y homosexuales, activistas GLBTI, parejas e incluso mascotas que caminaron, se sentaron, saltaron e incluso se acostaron contra el machismo. “La que no salta no está emputada” fue uno de los cantos que más se repitió.
“Nuestra mejor venganza será la alegría” se podía leer en la pancarta que sostenían quienes encabezaban la Marcha de las Putas 2014. En esta ocasión las consignas giraron en torno a la despenalización del aborto, tema que se estaba tratando al respecto del Nuevo Código Orgánico Integral Penal , pero también contra el acoso en las calles. Una joven universitaria que llegó junto a su perro tenía en su bicicleta un cartel en el que se leía “oye baboso, estoy harta de tu acoso”.
Kevin Sanabria, quien acudirá a la Marcha de las Putas 2015 no estará solo. Lo acompañarán varios miembros de su familia entre ellos su abuela, Beatriz Llamuca Orozco quien se autoproclama ‘la puta mayor’. Ella, cuenta, creció en un mundo en el que la violencia de género era algo normalizado. “He visto cuadros indignantes que se me grabaron”, afirma y agrega que siempre pensó “algún día tengo que salir a la calle y decir ‘basta’”.
Es por eso que Beatriz, acompañada de las personas que asistirán a la Marcha de las Putas 2015 que tendrá lugar este sábado 21 de marzo se concentrará en El Ejido y marchará pacíficamente hacia la Plaza Foch asumiéndose “orgullosamente puta” y aprovechará la oportunidad para “gritar, gritar y gritar” contra la violencia de género.