La Comisión de Participación Ciudadana y Control Social de la Asamblea en Guayaquil el miércoles 5 de febrero del 2020. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Que la prueba Ser Bachiller modifique sus parámetros de evaluación y que se consideren los cursos de nivelación de las universidades como forma de acceso a la educación superior fueron las recomendaciones de la Comisión de Participación Ciudadana y Control Social de la Asamblea, durante una sesión en Guayaquil.
Los cuestionamientos a gritos sobre el examen, que define parte de la nota para finalizar el bachillerato y parte del promedio para ingresar a la educación superior, marcaron el encuentro, que se instaló este miércoles 5 de febrero de 2020 en el Fondo de Cesantía del Magisterio.
Una parte del auditorio fue copado por estudiantes y padres que llevaron los diplomas y medallas de sus hijos como muestra de su rendimiento académico.
“El sistema de educación media y de bachillerato está en crisis -resumió Raúl Tello, presidente de la comisión-. El examen Ser Bachiller debería determinar las falencias del sistema para corregirlas, no puede ser utilizado como un mecanismo para que la juventud no ingrese a la universidad”, enfatizó.
Johan Barreno fue designado asambleísta por un día. Es el presidente de la Federación de Estudiantes Secundarios del Ecuador (FESE) y expuso sus quejas en relación a la prueba que rindió recientemente.
“Soy estudiante de bachillerato técnico. ¿Cómo puedo responder preguntas de Anatomía y Biología, temas que nunca he visto?”, cuestionó.
La prueba está a cargo del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineval). Quien fue su director ejecutivo hasta esta, Edwin Palma, acudió al llamado de la comisión.
A través de Twitter, el presidente Lenín Moreno pidió su separación por la filtración de pruebas. “Conformaremos una terna de alto nivel para asumir ese compromiso”, escribió el Mandatario.
Durante la mañana y por casi 40 minutos -en medio de algunas interrupciones por reclamos-, Palma explicó los cambios que implementaron este año. Sobre el modelo evaluativo, indicó que este año incorporaron uno que valora la habilidad del sustentante al responder cada ítem.
Y que para su conformación partieron de los estándares de aprendizaje definidos por el Ministerio de Educación, que conforman el perfil de salida de los bachilleres. Esto en articulación con los estándares que las universidades priorizan en sus perfiles de ingreso.
Como ejemplo nombró algunos estándares en el área de Matemáticas, entre ellos la capacidad de resolver ecuaciones 3×3, descomponer funciones racionales en fracciones parciales, calcular matriz inversa en la resolución de sistemas de ecuaciones lineales…
“¡Haga usted el examen!”, le gritaron desde el público. “¡Se necesitan genios en los colegios!”, reclamó otro de los asistentes.
Ante las críticas explicó que los estándares educativos se valoran por niveles de logro (desde no alcanzado hasta el nivel 3). El examen, según dijo, evalúa lo básico; es decir, el nivel de logro 1.
En cuanto a la complejidad de la evaluación, indicó que el porcentaje de aciertos mejoró en este año. En 2017, por ejemplo, citó que hubo un 46,5% de aciertos; en la reciente prueba registraron 47,6%.
Luis Ramos, representante de los padres, expuso que lo que considera es el problema de fondo. “A más de un millón de bachilleres se les corta el sueño de seguir una carrera profesional (…). Parecería que el Ser Bachiller está siendo mal utilizado para ocultar las falencias de presupuesto que no está dando el Estado a la universidad”.
A la sesión fue convocado Agustín Albán, secretario de Educación Superior, para conocer la cifra de cupos en la educación superior pública, presupuestos y qué tanto ha crecido la capacidad en los últimos años. Pero no asistió.
También fue citada la ministra de Educación, Monserrat Creamer, quien delegó a la subsecretaria de la zona 8, Alexandra Higgins. La funcionaria detalló que los estándares evaluados son los que están vigentes desde el 2017, pero anunció que serán modificados porque el currículo educativo tendrá cambios.
Tras su intervención, el asambleísta Tello concluyó que existe “un divorcio” entre la educación media y la educación superior, que perjudica a los estudiantes.
El hasta entonces director del Ineval resaltó que el debate en torno a la Ser Bachiller se centra por ahora en la calificación. Sin embargo, insistió en que es necesario tener un instrumento de evaluación, que mida la calidad del sistema, que sirva como diagnóstico para fortalecer la educación media, y que aporte a las universidades para afinar sus cursos de nivelación.
“A criterio personal, fuera del cargo que represento, estoy de acuerdo con la existencia de una evaluación estandarizada. Pero no para generación de nota”, fue su respuesta a la consulta de un asambleísta.