Tradicionalmente, el hombre tsáchila se ocupa del comercio; no obstante, hay mujeres que los apoyan en sus iniciativas.Foto: Juan Carlos Pérez / EL COMERCIO.
El sistema de economía tradicional de los tsáchilas ya no solo se reduce a su entorno. Sus acercamientos con los mestizos por las ventas de 12 productos que son extraídos de sus chacras se consolidan cada vez más.
Los comerciantes de la Sierra se sienten atraídos por la producción fresca y los precios asequibles que ofertan los nativos de Santo Domingo. Esta integración a la economía de mercado fuera de sus comunas empezó a mediados del 2010, con las ventas de banano, cacao, café, maíz y achiote.
Desde entonces, los comerciantes de otras ciudades acceden en camiones a las siete comunas, para llevar la producción hacia los mercados de Quito y de Ambato. En el pasado era diferente.
Durante años, y como lo hicieron sus ancestros, los tsáchilas intercambiaban sus artículos con los mestizos de la ciudad, o de otras etnias, por regalos o herramientas. Era una suerte de truque que predominaba por la calidad de las frutas o de los animales. El dinero no importaba, porque lo que les daba la naturaleza era suficiente para subsistir, evoca Rosario Aguavil, una adulta mayor, de 120 años.
Las relaciones comerciales también se han estrechado por decisiones de las autoridades. Hace cinco años, el Municipio construyó un área de transferencia en el centro de la ciudad, para que los tsáchilas llevaran sus productos y los vendiesen con más facilidad.
En este lugar, ubicado a unas pocas cuadras de la terminal terrestre, se hace una feria todos los jueves, desde las 05:00. El plátano y la piña son los productos que más salida tienen por estas fechas.
El último jueves, Marcelo Aguavil llevó 3 000 piñas desde la comuna Chigüilpe al mercado de transferencia, y al poco tiempo de desembarcarlas ya las había negociado con Geovanny López. Este comerciante ambateño señala que los tsáchilas le venden cada unidad de fruta en USD 0,60. Con otros proveedores las adquiere hasta en USD 1.
Su relación comercial con la población originaria data desde hace 20 años. Señala que al principio los acercamientos fueron un poco complicados por el idioma. El tsáfiki no lo comprendía pero poco a poco el español se interpuso en las conversaciones.
Los tsáchilas aspiran a que sus negocios sobresalgan. El gobernador de la nacionalidad, Javier Aguavil, dice que se necesita potenciar el mercado con más infraestructura. Esta cuenta con una choza de unos 250 metros cuadrados que sirve para acopiar los productos. Pero Aguavil sostiene que lo ideal es que se construyan cubículos para diferenciar un artículo de otro.