Jornada de prevención del cáncer de mama, en Guayaquil, el 20 de septiembre de 2015. Foto: Gabriel Proaño/ EL COMERCIO
“Una siente que se cae el mundo”, dice Miriam Baquerizo, de 43 años. En el 2010, esta madre de familia guayaquileña sintió en uno de sus senos una protuberancia y cuando se realizó un examen médico, le diagnosticaron cáncer de mama.
Las lágrimas por esa mala noticia ya se esfumaron de los ojos de Baquerizo. “Ahora estoy agradecida con Dios porque se acordó de mí. Salir de esto también depende de una, de poner de parte”, cuenta.
Este domingo 20 de septiembre del 2015, esta madre de dos hijos sonreía con una capa rosada de superheroína que adornaba su vestimenta.
“Es una luchadora”, dijo una de sus amigas mientras la abrazaba. Las dos acudieron a la cruzada contra el cáncer de seno bautizado como Liga de súpermujeres, convocada por la Fundación Poly Ugarte y que se desarrolló en el hemiciclo de la Rotonda del Malecón Simón Bolívar, en el centro de Guayaquil.
Desde hace ocho años, esta fundación dirigida por Blanca Poly Ugarte Guzmán trabaja por la prevención del cáncer de mama en mujeres de todo el país.
Desde el 18 de agosto del 2015, Ugarte ha recorrido 50 colegios con campañas de prevención del cáncer que han llegado a 12 000 jóvenes. En el evento de este domingo 20, que empezó a las 08:30, se esperaba practicar 2 000 mamografías gratuitas y revisiones a más de 10 000 mujeres.
“Siempre estoy preocupada, pienso en si estoy de verdad creando conciencia. A veces me faltan fuerzas, pero recuerdo que cuando comencé con este trabajo una mujer de pocos recursos me pidió: ‘señora Polita, sea la voz de los que no tenemos voz’, y eso hago”, dice Ugarte.
El lema Tócate, acuñado en las campañas de la fundación, lo repiten con convicción las mujeres que forman parte de la organización. Ellas atravesaron por la enfermedad y la superaron, por eso hoy participan como voluntarias en las carpas que la fundación colocó, con el apoyo de la marca de cosméticos Avon. Bajo las carpas se realizaban los chequeos físicos (tacto de mamas) y mamografías.
Una de las voluntarias es Mercedes Sequería, de 59 años quien fue diagnosticada con cáncer de seno hace 9 años. “Como mi mamá había tenido cáncer, me recomendaron hacerme una mamografía y me detectaron a tiempo”, cuenta. “Soy una sobreviviente, lucho todos los días para sobrevivir”, añade.
Ugarte insiste en la importancia de la prevención. “Un tratamiento para cáncer de mama puede costar USD 10 000, una mamografía solo cuesta USD 30, es una gran diferencia y se puede salvar vidas”, asevera.
Dentro de las carpas rosadas, Carolina Santa Cruz fue revisada por una de las doctoras. Luego del tacto fue derivada al área para recibir la mamografía. Santa Cruz se preocupa por la prevención.
Dice que se ha practicado el ejercicio del tacto de mamas en otras ocasiones y cuando supo de la campaña, llegó temprano, porque no quiere repetir la historia de su mamá, que perdió un seno por el cáncer.