Los tatuadores empezaron a llegar desde las 10:00, pero el público logró tener acceso a partir de las 11:30. El segundo día del Quito Tattoo Convention acogió a 80 artistas de distintas nacionalidades. Desde EE.UU., Cuba, Colombia, Chile y Ecuador los tatuadores mostraron lo que mejor saben hacer: dibujar sobre piel.
Al entrar, las máquinas sonaban en dos locales, el resto aún estaba organizando sus espacios.
El tatuador Patricio Coello trabajaba en una fusión de elementos musicales en el brazo de Stalin Zamora. El músico, de 24 años, quería plasmar esta pasión en su cuerpo. Así como Zamora, algunos aficionados a los tatuajes llegaron al Centro de Exposiciones Quito para decidir qué artista se acopla más a su estilo.
Iván Mosquera fue con la idea de hacerse un árbol de la vida en la espalda. Desde hace un año la idea le rondaba por la cabeza, pero eligió esta fecha para hacerse su primer tatuaje; la sesión duró aproximadamente dos horas.
La convención ofrece la posibilidad de ver el proceso de cada artista desde cero. Los bosquejos que realizan, la forma de trabajar y los tatuajes que representan su obra. Cada stand está equipado con el kit de tatuaje, pistolas, sillas o camas que ayudan a la posición del artista y del tatuado.
El tatuador Diego Espinosa explica que por la cantidad de gente que se encuentra en el Centro de Exposiciones y el tiempo limitado prefiere dedicarse a los tatuajes pequeños.
Ve a este como un espacio ideal para dar a conocer su obra y más que nada que la gente conozca dónde están ubicados los centros de tatuaje. “Es una fiesta con amigos”, dice Espinosa, quien considera a la feria como un evento de comunión entre artistas y público.Los asistentes aprovechan estos eventos para dar retoques a sus tatuajes o terminar los que están recién empezados.
Ese es el caso de Paola Aguirre de 28 años. Tiene alrededor de nueve tatuajes que empezó a coleccionar en su cuerpo desde los 15 años. Coincidió en la convención con el tatuador Pablo Reyes Ponce para culminar el tigre que inició en su pierna derecha. Más que un trabajo del ilustrador y tatuador, Aguirre considera que “el tatuaje es una expresión de arte para uno mismo”, pues es una pieza que se llevará para siempre sobre el cuerpo .
La convención también ofreció espacios para la venta de insumos de tatuajes, camisetas, ‘body painting’ y música en vivo.
La banda Lachard estuvo presente para promocionar su música y acompañar el espíritu aventurero de tatuadores y tatuados.
Desde California llegaron a Quito los artistas Glenn Violencia y Poch.
Violencia tiene nueve años de experiencia haciendo tatuajes y reconoció que vio en el país mucho talento de jóvenes tatuadores; él considera que en Ecuador los artistas son más abiertos a trabajar distintos estilos y seguir el detalle del tatuaje.
“Allá tenemos el lujo de dedicarnos a un estilo”, cuenta. Por eso explica que logran perfeccionarse en una línea más rápido.
Violencia se dedica al tatuaje biomecánico, que es aquel que mezcla partes humanas con elementos biónicos. Mientras que Poch se ha enfocado en el realismo; a través de una foto él logra seguir el rastro y sacarlo al pie de la letra.
Violencia trabaja sin esténcil, él dibuja sobre la piel porque considera que esto le permite trabajar con la forma natural del cuerpo. Comenta que el papel en cambio es plano y puede quitarle fluidez al dibujo ya colocado en la persona.
El tatauador debe lograr encontrar un balance entre lo que la persona desea y lo que se ve bien sobre la piel. La tatuadora, Analisbet Luna, explica que es importante tener clara la idea que quiere el cliente. Su trabajo y creatividad permitirán asesorarle sobre el color, el tamaño y la personalización del elemento. Puesto que cada artista diseñará con el estilo que sea más conveniente para la pieza. Así el cliente podrá tener una pieza única.
Tres días dedicados al tatuaje hacen de esta exposición el lugar ideal para ir a comparar estilos, colores y técnicas que cada artista propone.