Imbabura es una de las provincias más afectadas por el conflicto entre personas y osos por el ganado. Fotos: Cortesía BIG Mammals Conservation-BMC
Pichincha e Imbabura son provincias estratégicas para la conservación del oso andino en Ecuador. En estas zonas se están llevando a cabo algunas iniciativas para monitorear sus poblaciones y reducir sus principales amenazas: la ganadería y la pérdida de hábitat.
En este Día Internacional para la Protección de los Osos, que se conmemora cada 21 de febrero, se busca recordar a las personas la importancia de conservar a estos animales, que solo habitan en América del Sur y son la única especie de osos en la región. En el país, el oso está ‘en peligro’. Se estima que hay alrededor de 2 000 ejemplares, distribuidos en 15 provincias.
Santiago Molina, investigador asociado del Laboratorio de Ecología y Conservación de Carnívoros de la Universidad San Francisco de Quito, explica que Pichincha, especialmente el Distrito Metropolitano, es un punto importante para la conservación de estos animales. Hay registros de osos en la parte oriental, occidental e incluso en las quebradas de la capital.
Molina cuenta que la USFQ, junto con el Fonag, la Fundación Cóndor Andino y Fundación de Conservación Jocotoco, realiza una investigación en los páramos orientales de Quito. La primera etapa de este proyecto se inició hace cinco meses y terminó el pasado fin de semana.
Mediante 30 cámaras, ubicadas en 25 000 hectáreas, los investigadores lograron registrar más de 15 osos en distintos estados de crecimiento. Algo característico de esta área de estudio es que posiblemente hay lugares donde se puede observar a estos animales durante todo el año.
“Los quiteños cumplimos un rol fundamental en su conservación, pero no sabemos que viven cerca”, dice Molina. Esta proximidad puede traer beneficios si las personas se involucran, pero podría representar una amenaza si no hay buen manejo.
Estos primeros datos fueron obtenidos en un espacio cercano a la ciudad y dominado por la ganadería. Las actividades humanas potencian la destrucción del hábitat por las quemas y el conflicto gente-fauna. Esta amenaza también está presente en el noroccidente de Pichincha, donde hay una población de osos más estudiada. Allí se han registrado unos 65 ejemplares.
Molina explica que, junto con Condesan, está trabajando en un proyecto con la comunidad de Yunguilla para evitar el conflicto entre los osos y las personas por el ganado. Ya se han seleccionado las primeras fincas para este proceso.
Ahora, una de las ideas principales es establecer un nuevo corredor, donde se cree que hay 200 ejemplares. El corredor Cotacachi–Pichincha–Ilinizas tiene más de 200 000 hectáreas e involucra a cuatro provincias: Imbabura, Pichincha, Cotopaxi y Santo Domingo de los Tsáchilas.
Andrés Laguna, biólogo encargado del componente de Investigación para la Conservación de la Prefectura de Imbabura, coincide en que es necesario trabajar “a nivel de paisaje” para proteger al oso. En esta provincia se conoce que hay 120 individuos, pero aún hace falta evaluar un 50% del territorio.
Laguna, quien también es director científico de la fundación Big Mammals Conservation, cuenta que en Imbabura se están desarrollando actividades de fototrampeo y rastreo satelital, recuperación de especies de flora importantes para la alimentación del oso y acciones de educación ambiental.
Las prácticas sostenibles para el manejo ganadero es uno de los principales enfoques. En 10 de las 15 provincias donde habita el oso andino se han registrado ataques al ganado.
Laguna dice que en Imbabura se han identificado cinco sitios y en cada uno se cree que es un oso diferente. La recuperación de especies como el aguacatillo es una forma de evitar que busquen otras fuentes locales para su alimentación.