Carlos Robalino, Rafaela Salazar y Pedro Sánchez, participantes de la muestra ‘Ají’. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
En un trabajo que juega con el claro oscuro, el trabajo de Carlos Robalino consiste en pintar con acrílico sobre bloques de madera las partes de la obra que al final serán los grises y claros, solo imaginando los espacios que luego van a convertirse en sombras.
Cuando el fuego arrasa el bloque de madera la pintura acrílica se evapora y los espacios que dejó sin pintar se carbonizan. Una nueva forma de entender el ‘dibujo al carbón’.
En esa suerte de revelado final emergen obras como ‘Fototaxia’, con grises y claros que evocan el retrato de un hombre sobre el hollín de un tablón de madera, pero el personaje tiene en vez de rostro un desorden de lombrices o parásitos en la cara.
‘Fototaxia’ fue una de las obras que hicieron parte de ‘Ají’, una exposición colectiva abierta en la galería Dpm como una muestra de un proyecto mucho más grande, con la novísima pintura producida en Guayaquil. Y los retratos Robalino, guayaquileño de 26 años, al igual que paisajes pergeñados con llamas sobre tablones, se exhiben hasta esta semana en una muestra individual en El Garaje del Edificio Tábara, de la Universidad de las Artes (UArtes).
Una pintura desbordada, como pegote o mancha incluso; a menudo determinada también por una noción de lo inacabado y por alusiones a lo fantasmagórico, lo monstruoso o lo visceral, marcó a los trabajos de ‘Ají’, la colectiva de Dpm.
En la exposición participaron 14 jóvenes artistas de la carrera de Artes Visuales de la Universidad de las Artes, una suerte de bisagra de otras nueve muestras individuales que se tomaron espacios culturales y no convencionales del Puerto Principal.
El proyecto expositivo Post Oficce 305 es el resultado de un trabajo realizado en los dos últimos semestres del itinerario de Pintura de la carrera y tiene como antecedente la Residencia 103M, desarrollado en octubre del 2016 y articulada también por el artista cubano-ecuatoriano Saidel Brito, profesor de la clase de Poéticas Pictóricas.
“Estamos tratando de darle un giro a la pintura, en general usamos bastante materia, para resolver no de una manera tan limpia, más a partir del gesto de manchar y explorar con otros materiales”, indicó Rafaela Salazar, de 28 años, otra de las participantes de ‘Ají’.
Aunque ella presentó una pintura en acrílico, grabado, tinta y crayones de contrastantes amarillo y rojos primarios con una imagen en la que la Caperucita y el lobo del cuento infantil eran un solo ente. “Mi intención es reformular estos cuentos con los que todos crecimos, desde una perspectiva irónica”, dijo Salazar.
En ‘Ají’ estuvieron nueve autores que abren hasta hoy sus respectivas muestras individuales (María José Lalama, Omar Bereche, Ray Medina, Marcos Morocho, Cristhian Godoy, Daniel Tovar, Silvia Quezada y Erick Franco, además de Robalino). Brito convocó a otros cinco artistas con propuestas en período de gestación, pero que ya denotan una “elocuencia” y un camino prolijo de investigación (Vicente Avelino, César Sánchez y José Luis Zavala, además de Salazar).
Mientras que Pedro Sánchez Quimí, en la etapa final de su proceso de titulación, participó como artista invitado y abrirá este jueves en la Casa Cino Fabiani de Las Peñas su propia individual, titulada ‘Sobre la memoria de los objetos’.