El clásico navideño de Dr. Seuss vuelve a la pantalla grande con una cómica versión en formato animado. Foto: Outnow.ch.
En la televisión, el cine o los teatros, cada temporada navideña, la figura del Grinch adquiere tanto protagonismo como la del propio Santa Claus. Este año no será la excepción y, además de los espectáculos escénicos que son parte de la agenda cultural de la capital, ‘El Grinch’ también llega a la cartelera cinematográfica con una nueva versión animada.
Yarrow Cheney y Scott Mosier dirigen esta relectura de ‘¡Cómo el Grinch robó la Navidad!’, de Dr. Seuss, que hace una crítica al mercantilismo que desborda la temporada.
Illumination y Universal Pictures ofrecen una versión que conserva el concepto de la obra original, aunque se permite algunas licencias creativas, que dan como resultado una cinta más luminosa y con un carácter más infantil.
El Grinch reaparece como una peluda criatura verde, con cara de pocos amigos, que prefiere el silencio al mundanal ruido de una urbe y la fiel compañía de su perro Max al contacto superficial de la gente que vive en un extraño estado de permanente alegría.
Por eso decidió vivir aislado en una cueva en lo alto de una montaña sobre Villa Quién.
Pero lo que más detesta es la Navidad, con sus empalagosas melodías, sus monótonas tradiciones, sus incandescentes colores y el afán de los ‘quién’ por expresar su algarabía y su afecto con regalos.
Pero en Villa Quién, el espíritu de la Navidad está más vivo que nunca. Cuando el Grinch llegue al pueblo obligado por la necesidad, su aversión por las festividades se acrecentará, pero también revivirá un recuerdo del pasado donde se asienta la génesis de su actitud.
Ese contraste de visiones y emociones sobre este acontecimiento es lo que impulsará la acción y la comedia, que recurre a las bromas exageradas del humor físico, al estilo ‘cartoon’. El filme también mantiene la narración en rima del texto original y actualiza la banda sonora con ritmos actuales.
En este ‘remake’, la visión de Dr. Seuss sobre los excesos y banalidades de una sociedad de consumo reaparece como un texto premonitorio, con plena vigencia en el presente.
Cabe la inquietud sobre la necesidad de un Grinch real que se robe el apetito material de la Navidad y a cambio ofrezca un momento de reflexión sobre el sentido espiritual de las fiestas.
La paleta de colores intensos, las finas texturas de los personajes y el acabado de los escenarios crean un entorno que sostiene una entretenida fábula con moraleja final.
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