El mesianismo no forzosamente se liga al populismo

El investigador Rafael Polo en su rincón de trabajo, en el interior de su casa, en Quito

Rafael Polo nació en Quito, en 1969. Es Doctor en Ciencias Sociales por Flacso. Tiene una maestría en Letras por la Universidad Andina. Es Decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Central. Su último libro es ‘Sujeto y campo de visibilidad’.
¿Cómo definiría a una figura mesiánica dentro de la política?
Una figura mesiánica en política es alguien que invoca con fuerza el sacrificio y la entrega absoluta para la realización de una causa política. Eso implica una enorme producción de guardianes de fe que lo acompañen. La figura del mesías puede recaer en una persona, pero también en un partido político o un movimiento social. Hay que comprender que el mesianismo político va por el lado de la imposición de una verdad y de la no deliberación, por medio de formas autoritarias en el discurso, pero también de formas que aparentemente son democráticas.
¿Por qué la política ecuatoriana se ha llenado de tantas figuras mesiánicas?
Diría que las figuras mesiánicas son parte de la historia de América Latina. Las primeras formas de construcción de la institucionalidad política están ligadas al mundo religioso colonial y posteriormente a la descolonización liberal que se produce en el siglo XIX. El arribo de la modernidad está relacionado a la aparición de la promesa. La promesa a una salida del subdesarrollo, de la desigualdad, de las exclusiones coloniales, de las afirmaciones de la libertad personal y de las identidades colectivas. El problema está en que en el discurso contemporáneo la promesa se diluye en la oferta electoral.
¿En qué medida la sociedad es responsable del ascenso de estas figuras mesiánicas?
La sociedad en su conjunto es una abstracción que no nos ayuda a comprender mucho lo que estamos hablando. Creo que hay que ver qué pasa con la escena política. La desaparición de los partidos políticos y de los movimientos sociales y la aparición de empresas electorales han hecho que su presencia se vuelva coyuntural, pragmática, economicista al extremo y de poca reflexión sobre un proyecto estatal. Al mismo tiempo hay una desaparición de la construcción de sujetos políticos de carácter histórico.
¿Y la academia?
Si observamos lo que pasó en el último debate presidencial podemos ver que hay un divorcio absoluto de los políticos actuales con la academia. Una de sus funciones es producir conocimiento sobre la estructura social, política, cultural y geográfica del país y proponerlo como parte del debate público, para que todos podamos discutir y al mismo tiempo para que los políticos usen esa información para proponernos un proyecto de comunidad. Es necesario volver a mirar las estructuras sociales para salir de esta suerte de subjetivismo extremo en el que vivimos.
¿Cuál es la relación que existe entre el mesianismo político y los populismos?
El mesías político es una construcción moderna que no necesariamente está ligada a los populismos. García Moreno fue un presidente con una voluntad mesiánica muy fuerte para llevar a cabo una modernidad católica. Por otro lado, Velasco Ibarra tuvo sus momentos populistas pero también tuvo otros en los que no actuó de esa forma. Una parte del discurso de la izquierda también ha sido mesiánico, así como el de la derecha neoliberal. Hay que entender que nos conectamos con el discurso mesiánico, porque construye un nosotros, que está basado en el sacrificio, la abnegación y la entrega.
¿Cómo afecta a la democracia la asunción al poder de una figura mesiánica?
Si vemos lo que ha pasado en las últimas constituciones de América Latina vamos a encontrar que hay un hiperpresidencialismo institucionalizado. Esa es la materialización legal de un mesías que surge en el proceso electoral y que se sostiene en el proceso político. Afecta a la democracia porque esta busca ser el discurso de los equilibrios sociales y no de los consensos. Los consensos son una forma disfrazada de autoritarismo. No olvidemos que la democracia tiene que ver con la capacidad de autogobernarnos.
¿Qué alternativas tiene la sociedad ecuatoriana frente al mesianismo político?
Los académicos y la población, en general, tienen que llevar a cabo una reflexión y una crítica teológico-política. Esto es necesario en la medida de que una parte fundamental del discurso político está inscrito en valores y voluntades religiosos. Una de esas voluntades, sin duda, es el mesianismo, que busca promover una solución a los problemas sociales e institucionales por medio de un salto milagroso. También hay que construir una cultura basada en valores democráticos, que respete la libertad de opinión y de pensamiento, así como los derechos de todos, como un principio ético y político.