En la Veterinaria Dino, el médico Leonardo Arias realiza un examen de revisión. Diego Pallero/El Comercio
Lo normal es que un perro quiera correr, camine de un lado para otro persiguiendo a los que viven en la casa o les insista para que lo saquen a pasear.
Lo extraño es que permanezca recostado la mayor parte del día, que no quiera salir a la calle y que cada vez que tenga que levantarse empiece a caminar lentamente, a cojear o incluso se niegue a hacerlo.
¿A qué se deben estos comportamientos? El veterinario Leonardo Arias indica que a pesar de que esos síntomas son compatibles con múltiples enfermedades, la más común tiene que ver con los problemas de las articulaciones.
En los perros se han registrado la artritis y la artrosis. La primera se refiere a una inflamación en la articulación mientras que la artrosis se trata de la enfermedad articular degenerativa.
Jack es un bóxer de nueve años, su dueña Lucía Carranco lo lleva cada mes a revisión. Hace siete meses le detectaron la enfermedad.
Uno de los síntomas que más notó Carranco fue que su mascota empezó a engordar y, a pesar de ser un can joven, no mostraba la vitalidad y energía adecuada para su raza y edad.
Una vez que a un perro se le diagnostica la enfermedad, no existe cura, pero sí tratamiento.
“Si no hay cuidados preventivos luego de que se ha descubierto la artritis, la inflamación podría llevar al desgaste de los huesos y al proceso degenerativo que le impedirá moverse”, explica Carlos Bustamante, veterinario y criador de perros pastor alemán.
El experto cuenta que años atrás, la causa para que la mayoría de los canes sufriera tales complicaciones se debía a la predisposición genética de las razas de perros grandes, como en el golden retriever, el labrador, el bóxer y los pastores alemanes.
Sin embargo, según Bustamante, hoy una de las causas más notorias es el estilo de vida que las personas les han impuesto a los caninos.
Por ejemplo, de vivir sueltos en amplios campos, los perros pasaron a pequeños departamentos en los que escasamente pueden moverse.
Además, existen personas que de lunes a viernes mantienen a su mascota encerrada en el patio de la casa y únicamente los sacan a pasear, correr y jugar el fin de semana.
Ese ritmo de vida afecta las articulaciones del animal, pues al pasar pasivo mucho tiempo sus huesos se atrofian y al desgastar toda la energía acumulada un día, sus huesos se afectan.
Otra de razones para que un can padezca este mal es que sus dueños, además de dejarlos encerrados en casas pequeñas, les sirven mucha comida para que se alimenten cuantas veces quieran. Eso causa que la mascota aumente descontroladamente su peso corporal.
Por ello, “los problemas articulares ya no solo son propios de ciertas razas, sino que son un problema muy común debido al sobrepeso”, comenta el veterinario Arias.
En caso de que se presente una artritis canina, la primera medida es iniciar un control de las medidas de la mascota. Hay que pesarlo, anotar las cifras y empezar un cambio en la dieta del animal.
Esto se complementa con ejercicios livianos (paseos cortos y juegos que demanden poca exigencia). Bustamente hace énfasis en que si estas actividades no se hacen con regularidad, es decir una o dos veces al día, el tratamiento no servirá de nada.
Las dietas deben ser reguladas para disminuir el consumo calórico. Dependiendo de la raza o las características de cada perro, el veterinario enviará la receta adecuada.
Si bien se trata de enfermedades que no se pueden revertir, sí pueden controlarse para darle bienestar al perro. Cuando el mal inicia el perro siente un fuerte dolor en sus extremidades, incluso al agachar su cabeza para comer.
La certeza de este mal solo puede ser detectada por el análisis de un veterinario.