Raúl Stacey, de 72 años, es el único hombre de un grupo de 100 adultas mayores. Cada mañana acude a los talleres de la tercera edad del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), en la Av. NN.UU., norte de Quito, para hacer gimnasia. Stacey va con su esposa, Ligia Dobronski, de 70 años. Ella lo convenció de que la acompañara cuando ambos se jubilaron. Buscaban entretenerse y mejorar su calidad de vida. “Al principio no quería venir, pero luego lo convencí”, dice la esposa.
“Mentira, yo vine por que tenía celos y no quería dejarla sola”, bromea su esposo, quien trabajó durante 30 años con el departamento financiero del Ministerio de Salud Pública.
Martha Ugalde, coordinadora nacional del programa del IESS, señala que a diario 200 000 jubilados acuden a los talleres que el IESS tiene en el país para practicar canto, baile, música, taichi, etc., pero el 90% son mujeres.
¿Por qué hay pocos hombres? La gerontóloga Esperanza García asegura que la explicación es cultural. La mayoría de adultos mayores son machistas y piensan que por bailar, hacer yoga o estar con mujeres haciendo gimnasia pierden su papel como ‘el hombre de la casa’.El proceso de asimilación de la jubilación en hombres y mujeres es distinto, añade. Ellas, que por lo general han tenido doble función (madre y trabajadora), son más abiertas a los cambios y no dependen mucho del trabajo”. Los hombres, en cambio, piensan que solo sirven para trabajar y eso hace que se aíslen y se encierren en las casas.
Según la reciente encuesta de Salud, bienestar y envejecimiento (Sabe) en el país existen 1 156 117 adultos mayores de 60 años. De estos, 617 063 son mujeres. Por cada 100 hombres, existen 115 mujeres.
Ximena Arboleda, profesora de gimnasia, asegura que la poca presencia de hombres explica, en parte, el porqué ellos fallecen más temprano que las mujeres.
“Prefieren el sedentarismo a las actividades que erróneamente creen que son solo para mujeres, como la gimnasia”. Pero esta actividad, agrega, es vital porque reduce los niveles de colesterol, controla el peso corporal y ejerce un efecto positivo sobre el aparato cardiovascular.
Stacey asegura que desde que practica ejercicio ya no sufre de dolores en la columna. “ Me siento con ganas de vivir y me divierto mucho con el resto de compañeras. En la casa no podía ni moverme con los dolores que tenía en la cervical”. Ahora, cada mañana, hace una hora de ejercicios y tiene el cuerpo esbelto, al igual que el de su esposa.
Su esposa asegura que ambos tienen el respaldo de sus familiares y que ellos los motivan para que no dejen de asistir a las clases de gimnasia . “Mis hijos están orgullosos, aunque cuando nos vamos de paseo se preocupan demasiado y llaman a cada rato”, dice entre risas la jubilada.
Mariana Galarza, coordinadora de la encuesta Sabe, asegura que el papel de los familiares es importante para motivar al adulto mayor a dejar de lado los prejuicios. “Los hijos o nietos tienen que hacerles conocer las opciones que tienen para pasa el tiempo libre, Además, tienen la responsabilidad de cambiar estas prácticas cuando ellos también lleguen a ser jubilados”.