Entrevista a Fabricio González genetista y editor científico. Foto: Diego Ortiz / EL COMERCIO
¿Qué los motivó para levantar un registro de los últimos dos siglos de revistas de ciencias de la salud?
Hace un par de años se creó la Red de Revistas Biomédicas del Ecuador. Un problema que se identificó en la red es que no sabíamos cuántas revistas había ni cuántas estaban funcionando. Con los estudiantes e investigadores de la Universidad Central del Ecuador (UCE) levantamos los datos a partir de la información disponible en la biblioteca de la Facultad de Ciencias Médicas de la UCE y del Museo de Historia de la Medicina.
Lo que pudimos encontrar es que entre 1883 al 2017 hubo 118 revistas biomédicas o relacionadas con la salud publicadas en el Ecuador. La más antigua es la de Anales de la UCE. Luego, la segunda en el país es la de la Sociedad Quirúrgica del Guayas.
Entonces los médicos han construido una literatura científica continua en el Ecuador…
La gente en Medicina está publicando desde hace más de 350 años a escala internacional. El primer artículo publicado fue en 1665 en una revista que se llama Philosophical Transactions of the Royal Society of London. Luego vinieron las famosas publicaciones Nature y Science.
En nuestro trabajo, la idea era conocer cómo ha sido la historia de estas publicaciones y cómo se han mantenido. En este proceso encontramos que en 2017 estaban activas 23 revistas. En el 2018, solo quedaron entre 13 y 14 de las 118 que se han publicado en el Ecuador en estos siglos.
¿Pero por qué no se mantienen vivas?
El problema es que sí se publica, pero no permanecen activas en el tiempo. Una de las razones es de corte político, ya que la ciencia no produce votos y muchas de las revistas que eran impresas en papel no tenían financiamiento. Por otra parte, las universidades ecuatorianas no están insertas en entrar en los ránquines mundiales de publicaciones y de generación del conocimiento. La tercera cosa es que no hay gente que escriba, porque los especialistas no se dedican a escribir, sino a investigar o a la docencia.
De ello se infiere que su trabajo desaparece por falta de apoyo…
Mueren porque no hay quién escriba en ellas.
¿Quién ha impulsado el trabajo editorial científico-médico en el país?
Una de las cosas más curiosas de este estudio es que reveló que detrás de las revistas hubo grandes pensadores y científicos de la época. En 19808, cuando nace los Ananales de la Sociedad Médico-Quirúrgica del Guayas, el director de la revista era Juan Horacio Esteves y luego fue Juan Tanca Marengo; también lo fue Pablo Arturo Suárez al frente de Archivos de la Facultad de Ciencias Médicas de la UCE.
A pesar de que ha bajado el número de revistas científicas, uno de los actuales requisitos para ser docente universitario es la investigación indexada…
Eso todavía es una tarea por realizar. En la parte científica, aunque hubo unos esfuerzos, estaban mal orientados. Se hicieron megauniversidades en centros alejadas de los principales centros urbanos. Tampoco hay gente que investigue y que escriba sobre eso a tiempo completo.
¿Cuál es el futuro de las publicaciones biomédicas en el Ecuador?
Cada vez se imprimen menos publicaciones en papel, pero las revistas han pasado exitosamente a su formato electrónico, lo cual es más económico. No sé cuántas vivan, pero el reto es mantener el interés de los investigadores por publicar sus artículos. Aquí hay que destacar que los libros de texto pierden espacio en la biblioteca de los estudiantes, mientras que los ‘papers’ o artículos indexados han ganado más relevancia ya que son el testimonio de que una persona está realizando una investigación y porque es material de consulta.