El exceso de análisis nos paraliza

Fernando Del Vecchio en uno de los espacios exteriores de su casa, ubicada en el norte de Quito. Es director de la Maestría en Administración de Empresas, en la UDLA.

Fernando Del Vecchio en uno de los espacios exteriores de su casa, ubicada en el norte de Quito. Es director de la Maestría en Administración de Empresas, en la UDLA.

Fernando Del Vecchio en uno de los espacios exteriores de su casa, ubicada en el norte de Quito. Es director de la Maestría en Administración de Empresas, en la UDLA. Foto: Vicente Costales / El Comercio

En medio de la pandemia, catedráticos y analistas políticos han comenzado a preguntarse si la pandemia es lo que realmente está paralizando al mundo. Una de las respuestas menos atendidas ha sido que este estancamiento se ha generado por la parálisis por el análisis. En esta entrevista, Fernando Del Vecchio reflexiona sobre esta idea, en el contexto latinoamericano.

¿Cómo definiría usted la parálisis por análisis?

Para mí, la parálisis por análisis implica una suerte de procrastinación de una decisión, producto del análisis excesivo de todas las variables que podemos tomar en cuenta. Frente a un problema nos paralizamos no necesariamente por la complejidad que implica tomar la decisión, sino por todas las opciones que estamos considerando. Tengamos en cuenta que el proceso de toma de una decisión y el proceso de implementación de esa decisión, si bien son complementarios, son diferentes. Tomar una decisión lo hace cualquiera, implementarla, no.

¿Antes de la pandemia ya vivíamos en una sociedad con parálisis por análisis?

Creo que absolutamente era así. Antes de la pandemia, la parálisis por el análisis era una condición que estaba afectando a muchas personas y sociedades de manera distinta. Si bien tengo pocos años viviendo en el país, rápidamente me di cuenta, por ejemplo, de la velocidad con la que se toman las decisiones en una sociedad como la guayaquileña, en comparación con lo que pasa en la sociedad quiteña.

¿Pero esta parálisis por análisis no se exacerbó con la pandemia?

Claro, porque una de las variables que más influye en la toma de decisiones es el miedo. El miedo como un condicionante a que suceda algo, que puede ser probable, que nos afecte negativamente. Me parece importante que tengamos claro que cuando analizamos algo estamos evaluando potenciales escenarios y hay escenarios que son probables y hay otros que son absolutamente improbables hasta que no los vivimos. Por ejemplo, nosotros no sabíamos que no sabíamos cuáles podían ser los eventuales resultados de una pandemia como la que estamos viviendo. Ahora sabemos unas cosas, pero seguimos ignorando otras. Recordemos que los resultados negativos son solo uno de tantos resultados probables y van a depender más de la implementación que de la decisión en sí.

Entonces, ¿el miedo no está en decidir sino en implementar esas decisiones?

Lo que pasa es que para muchas personas la decisión y la implementación de esa decisión son parte de lo mismo; sin embargo, sabemos la diferencia. Por eso es más importante hacer algo que simplemente pensar en hacerlo.

¿Cuál es su lectura de la toma de decisiones en los países latinoamericanos?

En sociedades como la argentina o la ecuatoriana, que son las que más conozco, la toma de decisiones es rápida y dictatorial, pero la implementación es lenta y ‘democrática’, porque en ese proceso aparecen una serie de personajes que simplemente deciden no implementarla. Personalmente creo que debería funcionar al revés. La toma de decisiones debería ser democrática y la implementación dictatorial, no en términos de que te pongo un revólver para que lo hagas, sino en términos de que se haga efectiva. En la política, las personas que acompañan a una determinada autoridad no están ahí por sus méritos, sino por su lealtad. Esto tiene relación con lo que estamos hablando, porque si alguien está en una posición por lealtad frente a la autoridad, no necesariamente va a tomar decisiones pensando en el bienestar general, sino en función de la agenda de la persona que lo llevó a esa posición y eso puede llevar a una demora en la toma de decisiones.

En una época llena de incertidumbres, ¿cómo nos está afectando la parálisis por análisis, adónde nos está llevando la falta de toma de decisiones?

Creo que todas las épocas se han caracterizado por la incertidumbre, por eso no tiene sentido preguntar qué va a pasar, porque nadie lo sabe con total certeza. Lo que sí tiene sentido es preguntarnos qué hacemos ya que no sabemos qué va a pasar. La falta de toma de decisiones nos está llevando al mismo lugar que nos ha llevado siempre, que es a obtener resultados que no queríamos conseguir. Con la parálisis por análisis no estamos yendo a ningún lado. Lo que hay que evaluar es si es mejor hacer, equivocarse y corregir, a no hacer nada y dejar que las cosas por la propia entropía terminen paralizando y estropeando todo.

Los italianos tienen un dicho famoso: ‘piano, piano si va lontano’ (poco a poco se llega lejos), pero una cosa es ir lento y otra es no moverse o estancarse.

Eso depende de la percepción de la vida que tenga cada uno. Desde afuera, por ejemplo, uno podría decir que un gobierno no está haciendo nada, pero la percepción de funcionarios como los ministros puede ser absolutamente diferente. Por eso, muchas veces es importante la comunicación de lo que hacemos. En el actual contexto es importante hacer cosas que tengan valor. Estar ocupado no significa estar haciendo algo valioso.

Una de las cosas que llevan a la parálisis por análisis es la búsqueda de la perfección y del control absoluto, ¿eso no es un despropósito en estos tiempos?

Sí, porque preguntémonos qué es la perfección. Muchos dicen que lo perfecto es enemigo de lo bueno. Muchas personas por buscar lo perfecto no hacen nada. En el campo académico, por ejemplo, imaginemos que alguien, con el propósito de obtener una calificación perfecta y debido a que tiene poco tiempo para estudiar, decide aplazar el examen. Eso no tiene mucho sentido, personalmente preferiría prepararme lo mejor que pueda en el tiempo que tenga y obtener una buena calificación, o por lo menos un aprobado.

¿Por qué la parálisis por análisis parece que está afectando más a las ciudades que al campo?

No había pensado en ese tema, pero me parece que ahí hay un tema de ciclos. Digo esto a priori, pero si los ciclos en las zonas rurales son más largos y más lentos puede ser que los resultados de las decisiones que se toman sean a más largo plazo. Eso produciría que la propia toma de decisiones no se vea afectada por el temor de todo lo que está implicando esta pandemia en nuestras vidas. Tengo la impresión de que en las zonas rurales la cercanía de las personas genera un cuidado diferente del otro. Acá es distinto, por ejemplo, yo no conozco a mis vecinos.

Parece que Quito pasó de ser una ciudad acostumbrada a la improvisación a una dominada por la parálisis por el análisis, ¿cuál es su lectura?

Para mí existe una relación directa entre la improvisación o la falta de planificación y la parálisis por el análisis. No hay un estudio que nos pueda decir que Guayaquil es una ciudad que toma las decisiones más rápido que Quito, pero lo planteo como una hipótesis. Me he dado cuenta de que ciertas sociedades, por no saber cómo decir que no, simplemente se mantienen en silencio y ese silencio se convierte en una falta de decisión. A eso también lo podríamos considerar parálisis por análisis.

¿Qué es lo que realmente está paralizando como sociedad, la pandemia o el excesivo análisis de cómo manejarla?

Lo que voy a decir tiene que ver con un concepto estoico. Pensemos por un momento en lo que controlamos y lo que no controlamos. No controlamos la pandemia, pero podemos manejar las reflexiones que hacemos acerca de la pandemia. Entonces, lo que nos está afectando es nuestra forma de evaluar lo que sucede, no lo que finalmente está sucediendo. Por eso en Argentina muchos análisis plantean que son las decisiones del Gobierno y no la cuarentena lo que ha generado que se ahonde la crisis social y económica. Es fácil ver que gobiernos que han actuado de otra forma tienen un impacto distinto en su economía.

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