Adamaris aplaude, salta y sonríe cuando le dicen que pronto irá a la escuela. Tiene 4 años y por estos días hace sus últimos trazos en un libro para colorear, en el jardín Tía Jady, en el suroeste de Guayaquil. Ahí disfruta las mañanas con sus compañeros del kínder, entre rondas y juegos.
Al mes, sus padres pagan USD 25 por su cuidado. Pero desde este año esperan ahorrar ese dinero y matricularla en el primer año de educación básica en una escuela fiscal.
Por eso, Angélica Zambrano, su mamá, la registró en noviembre durante la fase de enrolamiento que coordinó el Ministerio de Educación para los menores que ingresarán por primera vez al sistema público de educación en el régimen Costa.
“Quiero ir donde está mi ñaña”, dice risueña la niña. Albita, su hermana de 7 años, estudia en la Escuela Fiscal Esperanza Caputi Olvera, ubicada en Lizardo García y Camilo Destruge, también en el suroeste.
Para cumplir su anhelo, desde hoy sus padres podrán seguir el trámite con la inscripción. Esta es la segunda fase de registro, que se extenderá hasta el 21 de febrero. Los representantes podrán escoger al menos cinco escuelas fiscales cercanas a sus domicilios, como referencia. Al final, los estudiantes serán zonificados por sorteo en un plantel de entre los seleccionados.
La inscripción se realizará en 750 sedes, habilitadas en las 21 provincias de ciclo Costa. La atención será de 06:00 a 20:00, para evitar aglomeraciones, como ya ha ocurrido en los registros pasados.
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“No es necesario que madruguemos”, advirtió el ministro de Educación, Augusto Espinosa. El Estado garantiza que todos los inscritos van a tener un cupo en el sistema público de educación. Si alguien intenta dormir afuera, esa sede será cerrada ese día”.
162 048 menores fueron registrados durante la fase del enrolamiento, entre el 1 de octubre y el 10 de enero, como informó el Ministerio de Educación. Solo en Guayas fueron registrados 49 203 aspirantes para educación inicial, primer año básico, cambio del sistema particular al fiscal y otros casos por migración, refugiados, reinserción educativa y educación especial o inclusiva.
Sandy Espinoza espera matricular a Sheyla, su hija de 5 años, en una escuela pública. La pequeña está a punto de terminar el kínder en el centro Shaddai, en el suburbio guayaquileño, donde paga USD 26 mensuales.
El jueves, la niña salió orgullosa con su carpeta de tareas. En la plana del número 20 le estamparon el sello de una carita feliz. “Solo si le sale un cupo para la escuela Esperanza Caputi, sí la cambio -relata Espinoza-. Pero si es para otras escuelas del sector no, porque la enseñanza es mala; prefiero dejarla aquí que enseñan bien”.
La escuela a la que irá dependerá de un sorteo automático. En la última fase de verificación, a partir del 22 de febrero, se hará un sorteo automático. Un sistema computarizado asignará los cupos según las opciones seleccionadas por el padre o madre de familia y la capacidad de cada plantel.
Por ahora, en Guayaquil fueron habilitadas 46 sedes de inscripción. Una de ellas es la Unidad Educativa Alfredo Baquerizo Moreno, en el sector Cristo del Consuelo (suroeste de la ciudad).
Un rótulo gigante anuncia el proceso en una de sus puertas. El jueves, dos técnicos comenzaron la instalación del programa informático para la atención desde hoy.
Cuatro docentes del plantel fueron capacitados por la Subsecretaría de Educación de Guayaquil para atender a los padres. Los requisitos son: la cédula de identidad del representante, el número de cédula del aspirante y una planilla de luz para verificar el domicilio.
En enrolamientos pasados se registró precisamente un inconveniente. Con el afán de conseguir cupo en escuelas o colegios de renombre, los colaboradores del Ministerio detectaron que en ocasiones hubo personas que se presentaron con planillas que no pertenecían a su domicilio.
De hecho, en este sentido, el ministro Espinosa hizo un llamado de atención. Su argumento fue que eso limita el buen reordenamiento y señaló en el registro de la Sierra, el año pasado, que la Cartera busca la calidad educativa en todos los planteles públicos.
A Ruth Chuquirima le atrajo el cambio de los planteles militares al sistema fiscal. La semana pasada Edward, su hijo de 3 años, y su sobrino Aarón, también de 3, disfrutaban de un columpio mientras esperaban que sus primas salgan de la escuela. Dentro de pocos meses, ellos también irán a clases.
“Fuimos al Registro Civil a enrolarlos. Ahora esperamos que les salga un cupo para educación inicial en el Jardín Naval, que queda en el sur y que desde este año será gratuito”.
En Guayaquil funcionan 2 359 planteles educativos para 673 304 estudiantes, según datos del Ministerio de Educación. 770 son públicos y dan atención a 383 401 alumnos. Otros 1 565 son instituciones particulares y registran 276 575 niños y adolescentes.
Para ampliar su oferta de infraestructura, el ministro Espinosa presentó la semana pasada un plan para construir y mejorar planteles fiscales en la zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón). Con un presupuesto de USD 274 565 449 millones construirán 52 Unidades Educativas del Milenio y mejorarán otros 24 planteles.
Estos cambios de infraestructura, tecnología, laboratorios y áreas de recreación motivaron, en parte, a las madres de Adamaris y Sheyla a cambiarlas del sistema privado al público en este período.
Con su mandil del kínder, Adamaris se despidió de su maestra de jardín el jueves. Desde mayo próximo, cuando está previsto el inicio de las clases en la Costa, lo cambiará por un nuevo uniforme.
Desde hoy hasta el 21 de febrero se realiza el proceso de inscripciones en el ciclo Costa. A estos trámites solo deben acudir los padres de los estudiantes que ingresan por primera vez al sistema educativo público. Quienes ya están dentro no deben ir a las sedes.