Entrevista a Andy Knight Mitchell, documentalista. Foto: cortesía USFQ.
Con documentales y fotografías enfocadas en la naturaleza y en el mundo submarino, Andy Knight Mitchell ha aportado, desde hace más de 20 años, a la conservación del planeta. Este cineasta, ganador de dos premios Emmy, ha recorrido los seis continentes y los cuatro océanos en busca de historias sobre la fauna y flora del mundo.
Desde mañana (5 de julio del 2018) estará dando el curso Filmación de Vida Marina, en el Parque Nacional Machalilla, organizado por el área de comunicación ambiental de la Universidad San Francisco de Quito. Mitchell busca transmitir su conocimiento a través de sus experiencias.
¿Cómo cree que ha aportado a la conservación de las especies que ha filmado?
Todos empezamos este trabajo por las ganas de aportar en la conservación, especialmente de los tiburones. En efecto, más de 4 000 millones de estos son asesinados cada año. A cada lugar que vas, siempre encuentras personas que odian a estos animales. Con las historias que yo cuento podemos cambiar esta percepción y podemos también ayudar a la conservación de organismos más pequeños como los corales que se encuentran en grave peligro. Lo que sea que podamos hacer para generar más conciencia, vale la pena hacerlo.
¿Recuerda cómo fue su primera experiencia en filmación bajo el agua?
Mi primera experiencia fue en el mar de Cortés, en México, en la noche y a más de 200 pies bajo el mar. Junto con Bob Cranston, mi mentor, estábamos filmando a un calamar gigante. Estos pueden crecer hasta un tamaño de nueve pies. Bob quería acercarse más al animal, pero era de noche. Mi trabajo era sostener al calamar por unos pocos segundos para que Bob pudiera tomar la foto. Estaba en medio del océano, en la oscuridad y con el animal a mi lado.
¿El peligro es una constante en este trabajo?
Puede ser si no estás preparado. Muchas personas mueren en esta industria, pero todo está en revisar siempre los equipos. Siempre es necesario estar al menos con un compañero que guarde tus espaldas y tú las de él. Para filmar a los tiburones, por ejemplo, siempre llevamos una jaula móvil en la que podemos entrar dos personas y movernos por el lugar, protegidos por esta estructura. Se puede interactuar con los tiburones y estar a salvo. Encontrarse con tiburones es la parte menos peligrosa de este trabajo. Lo más peligroso son las personas y el equipo.
¿Cuáles han sido las peores experiencias a lo largo de sus 20 años?
Cuando digo que lo más peligroso es el equipo, más que los animales, es porque perdí la punta de mi dedo meñique cuando regresaba al bote. Otra de las experiencias más angustiantes ocurrió en el año 2010 cuando estábamos filmando a tiburones ballena, mientras se alimentaban. Era de noche, estaba tan cerca y tenía tanta emoción, hasta que me di cuenta que ya no había luz, no tenía aire y no encontraba a mi compañero. Estaba todo oscuro y yo cargaba una cámara de 50 kilos. Después de un tiempo mi compañero me encontró, él tenía una luz y conocía el comportamiento de la corriente. Este fue el momento más terrorífico de toda mi vida.
¿Ha pensado alguna vez en dejar de hacerlo?
Tengo dos hijos y no está entre mis planes que me pase algo malo. Todo está en estar preparado. Espero continuar haciendo este trabajo hasta que mi cuerpo me lo permita. Lo ideal para mí es tener cuatro viajes cada año y poder escribir también, que es en lo que me estoy enfocando ahora.
¿Qué elemento hace que una filmación submarina logre su propósito en la conservación e investigación?
La historia es una gran parte de esto. Puedes tener buenas imágenes, pero lo más importante es que cuente algo. Esto es un trabajo de ganar y ganar. Es complicado, pero es uno de los más gratificantes del planeta ya que estás mostrando esa belleza natural.