Tras ver cómo un noble ogro agotaba su vida en la pantalla grande, llega ahora un villano, secretamente bueno, para levantar risas desde la audiencia y con aires de saga.
Se trata de Gru, quien, en compañía de sus secuaces, sueña con robarse la luna. En ese propósito se cruzan tres niñas que, con su carga de inocencia, le trastocan la vida. Mientras que Vector, un nuevo villano, aparece en escena.
El relato no se enfoca en la concepción y en la acción del mal, sino en la redención del personaje. Aspecto que llega a través de la ternura de las tres niñas, a las que adopta, y de sus recuerdos y sueños de infancia.Mediante esas evocaciones también se muestra la relación de Gru con su madre, donde el rechazo hacia el hijo alcanza un matiz ‘freudiano’. Sin embargo, esos complejos del protagonista van cediendo ante la construcción de un núcleo familiar, que alimenta la autoestima del villano.
Él se construye como un homenaje a los antihéroes de los filmes de espías de la guerra fría. Quienes planeaban el mayor robo de la historia, con la ayuda de sofisticados adminículos (que en ‘Mi villano favorito’ apelan a los inventos marca ACME de los Looney Toones).
Sobre esa ‘maldad’ de Gru se impone una poderosa entidad villana: la banca, cuyo representante mantiene una apariencia diabólica y está relacionado con Vector. En esta conjunción de ternura y maldad, la presencia perversa del dinero es la destructora de sueños y la que atenta con su ambición y poder contra la armonía del hogar.
La historia no tiene mayor complejidad dramática, pero entretiene y divierte con chistes y ‘gags’ simples pero certeros. El despliegue visual es satisfactorio, la acción espectacular (con buenas secuencias para disfrutar en proyección 3D) aporta en la inmersión del espectador dentro de la cinta.
La estética del filme, en cuanto a la creación de ambientes, está alineada a lo gótico y siniestro que muestran los trabajos de Tim Burton. Algo que va en consonancia con el humor negro y con el sarcasmo que atraviesa la historia: siempre provoca reírse de la desgracia de los demás, y Gru disfruta al causarla.