El formato de comedia stand-up vive un momento de auge en el Ecuador, donde la oferta de shows es cada vez mayor. Sin embargo, aún son pocas las mujeres que forman parte de este mundo y, para hacerlo, deben sortear obstáculos de tiempo, estereotipos de género y machismo. Tres de los nombres femeninos que más suenan en la escena local son los de Belén Viteri, María Belén Quintana y Lu Noboa.
Las tres se baten entre sus profesiones y su pasión por este formato de humor que se basa en la observación y la capacidad de conectar con el público por medio de experiencias personales. Para Quintana, que hace stand-up desde el 2017, hasta hace poco las mujeres eran vistas como un “relleno” o eran invitadas a los shows “para que haya paridad”. Lejos de ser un desmotivante, esto se convirtió en un impulso para mejorar sus presentaciones.
Viteri, que se inició en el stand-up hace poco más de un año, añade que formar parte de los espectáculos es “complejo” y juega mucho el “cómo te ves, cómo te vistes, cómo estás en escena, si dijiste o no una mala palabra”, algo que en el caso de los hombres no es tan relevante, según cuenta.
Con ella coincide Noboa, quien asegura que aunque hay pocas mujeres que hagan stand-up, el grupo se ha afianzado mucho y esto ha aumentado la competitividad. “Asumimos muy fuerte que somos pocas, y lo que haces lo haces bien, y cuando tienes un evento vas arregladísima”. Esto, asegura, se da porque no se puede evitar “que a nosotras se nos fijen mucho más en la pinta, en la facha, entonces lo manejamos con toda la seriedad”.
Otro obstáculo que deben sortear las mujeres es la sexualización. Viteri asegura que no cree que a comediantes del sexo masculino haya recibido comentarios como los que ella ha tenido que tolerar. En una ocasión, recuerda, le dijeron que querían ver su “cara en un video porno”. Lo que hace que como mujeres tengan que ser “más fuertes” para resistir lo que conlleva ser una persona pública.
Según las comediantes, si bien la presencia de mujeres que hacen stand up en Quito va en aumento, se han dado casos de eventos a los que se invita únicamente a hombres, “hay gente que ni siquiera sabe que existimos”, dice Viteri quien, lejos de lamentarse por la situación, asegura que esto solo hace que la lucha sea más fuerte.
Para Noboa, lejos de que la ausencia de mujeres sobre los escenarios de stand-up sea algo malo, se ha convertido en un medio de sororidad. “Sí se siente que somos menos y lo hemos usado a nuestro favor, hemos respondido, no solo de tomar ventaja como dicen, por ser mujeres”, sino que han tomado esto como motivación para esforzarse más y lograr el respeto de las audiencias.
“No quiero que la gente me respete porque soy mujer, no porque soy mujer quiero que me vean como la gran artista, sino por el trabajo que he venido desarrollando, por sentarme a escribir, por repensarme, por repensar a una sociedad”, dice por su parte Viteri.
En lo que se refiere al stand-up, no hay dos shows iguales. Esto se da sin importar el género de la persona que se ponga detrás del micrófono. Noboa dice que es conocida por tener “un humor súper liviano”. Sus shows, asegura, están influenciados por su forma de ver la vida y por su carrera, es docente de un colegio en Quito, entonces en sus presentaciones “hace énfasis en las diferencias entre generaciones… Algunos de mis alumnos ya nacieron después del 11 de septiembre entonces sí es ver las diferencias, yo para ellos soy un adulto, pero convivo con adultos que son más adultos que yo, bromea.
Quintana, en cambio habla en sus shows de sus exparejas, de sus familiares o de temas que son un poco más difíciles de relatar con humor como experiencias traumáticas que ha vivido entre las que están un secuestro express o un asalto a mano armada. Para ella, estas son “cosas fuertes a las que les encuentras el humor, y son tan cotidianas que la gente se siente identificada y llegan a ser chistosas de la forma en la que las cuentas”.
Viteri asegura que se puede hacer chiste de todo, pero “depende de cómo hagas el chiste”. Ella dice que el humor “es la vaselina social” con la que se le puede decir muchas cosas a la gente y de esta forma hacerles ver “realidades de cosas que están pasando”. Noboa, en cambio, dice que se puede aprovechar el momento en el escenario para topar temas sensibles, aún entre bromas, se puede soltar algo más “tieso, porque te están escuchando”.
Porque finalmente, más allá de hacer que el público que asiste a los shows pase un buen momento y se ría, las tres coinciden en la importancia de utilizar la plataforma para generar un cambio en la sociedad por medio de la reflexión a la que invitan en sus shows, siempre enfocados desde la mirada femenina.