Chirinos no solo compartió sus poemas, sino que lanzó pistas sobre su mundo creativo y su visión de la poesía. Foto: Paúl Rivas/ EL COMERCIO
Mientras la marcha indígena que partió desde el sur del país hace una semana recorría la avenida Maldonado, al sur de Quito, Eduardo Chirinos, poeta, ensayista y traductor peruano leía ‘Lamento del gherba’, un poema que forma parte ‘La música y el cuerpo’, el libro editado por Ediciones de la Línea Imaginaria que se presenta hoy, 13 de agosto del 2015, a las 19:00, en el Teatro Prometeo de la Casa de la Cultura.
Durante el encuentro que se celebró en los interiores de BiblioRecreo, Chirinos no solo compartió sus poemas, sino que lanzó pistas sobre su mundo creativo y su visión de la poesía. La obra editada por la poeta ecuatoriana Aleyda Quevedo contiene 50 poemas. Un corpus que reúne piezas que van desde la primera, hasta la última obra de este autor.
A Chirinos le gusta leer libros de zoología, de ciencia, de geografía y de religión. “Eso de los poetas que solo leen poesía -dijo- es una fantasía. Alguien que escribe poesía debe estar empapado de todo”. Este peruano radicado en EE.UU. contó que su velador está lleno de libros que picotea cada cierto tiempo mientras escribe sus nuevas obras, entre ellas un ensayo de poesía hispanoamericana, un libro de poesía y otro en el que reescribe los cuatro evangelios del Nuevo Testamento.
Su vínculo con la poesía lo asume casual. “Hay poetas que se preguntan si la poesía es la que escoge a los poetas o viceversa. A mí me gusta la versión romántica, decir que fui elegido por la poesía”. Para Chirinos la poesía es una fatalidad. No se imagina haciendo otra cosa que escribir poesía o actividades vinculadas a este mundo.
El primer poeta que lo deslumbró fue César Vallejo. En él encontró que la poesía es misterio y que no necesariamente tiene que ser entendida para disfrutarla o para escribirla. “Hay muchos poetas que hablan del dolor pero pocos son los poetas que hacen hablar al dolor. Ese es un logro que solo es posible peleándose y luchando con el lenguaje”.
A Chirinos le interesa hablar de cosas cotidianas en sus poemas. Para esto se sirve de la música, de la musicalidad que emana de sus lecturas, de las películas o de las charlas con los amigos. Una musicalidad que en él se ha convertido en obsesiva. “Los poemas nunca empiezan con palabras, sino con una música que reclaman palabras”.
Para Chirinos, la poesía, en la actualidad, sirve para lo mismo que servía en el pasado, para nada exclama. Cita a Juan Ramón Jiménez para mencionar que está dirigida a la llamada inmensa minoría. “Siempre va a ver un inmensa minoría la que lee poemas, para la cual la poesía le va decir algo. Esa es su vitalidad y su garantía de supervivencia”.
Para Chirinos la poesía es una fatalidad. No se imagina haciendo otra cosa que escribir poesía o actividades vinculadas a este mundo. Foto: Paúl Rivas/ EL COMERCIO.