Las nubes empañan la Luna creciente, la niebla cubre la helada escarcha… Mientras estas palabras se dibujaban sobre una tela en la parte superior del escenario, el Príncipe Zi Dan y su criado hacían su primera aparición en el Teatro Nacional Sucre y cambiaban para siempre la idea de ópera que desde una mirada occidental se pudiera tener.
La Shanghai Peking Opera Troupe trajo a Quito una adaptación de ‘Hamlet’: ‘La venganza del Príncipe Zi Dan’. La versión china sigue a grandes rasgos la tragedia creada por Shakespeare a finales del siglo XVI: un rey es traicionado y asesinado por su hermano, quien luego desposa a su viuda; su hijo es alertado del crimen por el fantasma del rey asesinado y decide cobrar venganza. En el medio ocurren otras muertes, y finalmente, aunque el príncipe vengador también muere, no lo hace antes de haber vengado el crimen cometido en contra de su padre.
Hasta ahí, y de forma algo apretada (la obra no llegó a durar dos horas), la trama fue exacta. Pero desde el inicio, quien haya ido a escuchar ópera, con la idea occidental del término en la cabeza, tuvo que reprogramarse, porque la ópera china es otra cosa.
La fuerza del espectáculo radicó en lo visual. Un vestuario indescriptiblemente bello se complementó con el manejo de la corporalidad. Por momentos, acrobáticos, y las más de las veces haciendo gala de una levedad inquietante, los trágicos personajes de esta historia se paseaban por el escenario recitando, con su rictus clásico, pero no cantando, como ocurre en la ópera occidental.
Hubo poco canto, y las veces en que ocurrió la potencia de las voces (sobre todo de la reina Jiang Rong) quedó fuera de toda duda.
En cuanto a su sonoridad, con cuerdas y percusión básicas, ‘La venganza…’ podía resultar algo monótona; sin embargo eso no hizo que la obra fuese menos interesante, sobre todo por la posibilidad de abrirse a otras estéticas. En fin, fue como si la versión china de ‘Hamlet’ estuviera parafraseando, de alguna manera, al famoso cuadro de Magritte y nos hubiera dicho: esto no es una ópera.