Debussy, Kant, Rousseau… hasta Sócrates y Alcibíades. Ellos y muchos otros han tratado de definir lo que es la música. Según la tradición platónica, la palabra nació de los diálogos entre Sócrates y Alcibíades, cuando el primero le preguntaba al segundo cómo se llamaría el arte que convoca a todas las Musas, éste le respondió que música. Pero no todo lo que tiene una melodía puede ser llamado música; y en este punto empieza el debate.
La mayoría coincide en que es un concepto que nació en la Antigüedad Clásica, que luego fue cultivado y ampliamente difundido por los habitantes de lo que hoy conocemos como Europa; y, también, en que en la actualidad no debe ser entendido solamente desde una perspectiva artística.
La geografía sonora latinoamericana da varios ejemplos. Las investigaciones realizadas por musicólogos en pueblos nativos de la región, en los que este término es, a la postre, limitado, evidencian la posibilidad de entender a la música como un campo holístico, en el cual todas las intenciones tienen cabida.
Juan Carlos Franco, antropólogo y etnomusicólogo ecuatoriano, estudioso del patrimonio sonoro shuar, lo explica así: “Hablar de música es limitado en la realidad en la que viven pueblos como el shuar. En estos grupos, lo ideal es decir ‘expresiones sonoras’, porque este concepto abarca toda clase de expresión que tenga como base a distintos sonidos”.
Al hablar de expresiones sonoras se explica un detalle importante para estos pueblos: lo que en Occidente denominamos como música, para los shuar no es un elemento aislado, sino que forma parte de un todo, que incluye a los rituales y a la convivencia diaria.
Al respecto, María de los Ángeles Córdova de la Paz, otra de los ponentes en el reciente Encuentro Internacional de Musicología Loja 2012, dice que uno de los puntos en los que se debe centrar el debate sobre las expresiones sonoras de los pueblos milenarios es la manera en la que se piensa el concepto de música.
“Se nos dice: esto es música y esto no. En los pueblos originarios lo que hay que tomar en cuenta es el valor que tienen los sonidos desde el punto de vista comunitario”, dice la experta cubana.
Y añade que en estas comunidades la música no es una esfera artística separada, sino que su “función es construir y fomentar valores entre los habitantes”.
¿Entonces se puede hablar de música en la realidad de pueblos como los amazónicos? Mario Godoy, también etnomusicólogo y participante del Encuentro, cree que sí, “siempre y cuando dentro de estas comunidades se hable de música”. A su criterio, en el contexto ecuatoriano en esta clase de estudios se debería sustituir el término música por músicas, “ así se engloba una mayor cantidad de ritmos, géneros y expresiones”.
Al contrario de Godoy, la etnomusicóloga estadounidense Janet Sturman especifica que música es una palabra excluyente. “Al decir que algo es música, inmediatamente eso deja de ser danza o canto. Esto no sucede con estos pueblos. Para ellos, lo que podría ser música también es fiesta, ritualidad, actos sagrados… en fin, una serie de elementos relacionados unos con otros”.
Aun cuando en el marco del encuentro en Loja los especialistas daban a conocer su postura en relación a este concepto holístico de lo que es la música para los pueblos originarios de América, la asimilación de tal idea entre los jóvenes músicos va a paso lento. Así lo confirman Andrés Mora y Julia Baca, profesores universitarios de ciencias musicales, quienes dicen que “desde las instituciones de formación inicial de músicos se les enseña a los intérpretes a categorizar solo a lo que tenga armonía como música”.
Desde el lado de los intérpretes, el pianista guayaquileño Juan Carlos Escudero comenta que “lamentablemente en el Ecuador no contamos con un gran repertorio académico, cuya base sean los ritmos de pueblos como los que se hallan en el Amazonas”. Esta carencia, para él, es una de las causantes de que los músicos no conozcan a fondo el patrimonio sonoro pre y post colombino.
Así, entre uno y otro diálogo, los especialistas llegan a un acuerdo al respecto de esta palabra: estamos en un momento histórico de redefinición del concepto música y sus implicaciones, como apunta el compositor Milton Estévez.