Existe una intensa relación entre Eduardo Kingman Garcés y la ciudad. Ya en su tesis doctoral (‘Discurso y relaciones de poder en el Quito de la primera mitad del siglo XX’) se muestra su intención por entender al hombre en su relación con los otros. Y esos otros no comprenden estrictamente a las personas sino también a los paisajes, a los documentos, a todo aquello con lo que la humanidad ha entrado en contacto.
Del vínculo con el entorno es de donde Kingman Garcés toma inspiración para crear las acuarelas que forman parte de ‘Grafías’. La exposición, montada en El Pobre Diablo (Isabel la Católica y Galavis), no solo revela una faceta bastante desconocida del autor -la de pintor-. Es una afirmación de sus intereses personales: naturaleza, memoria, existencia. Tres elementos representados a través de trazos llenos de formas en las que se puede apreciar a seres humanoides.
A ‘Grafías’ lo componen trabajos elaborados entre los años 1994 a 2000. Se trata de seis años resumidos en aproximadamente medio centenar de piezas. En cada obra, el artista vuelve de alguna manera a su labor de historiador. Algunas de estas parecen ser un testimonio de sus investigaciones, cual ensayos en los que la palabra da paso a la forma y a las texturas.
Por casi un mes, hasta el 7 de marzo, ‘Grafías’ ocupará las paredes de El Conteiner, la sala de exposiciones de El Pobre Diablo.