Ni matadores en trajes de luces que hacen el paseíllo, ni música de clarines, ni capotes y espadas. Tampoco se escuchan los pasodobles ni los olés y no se ven aficionados de campera y sombrero. Sobre la arena de la (ex) plaza de toros Santamaría de Bogotá, la docena y media de integrantes de los grupos de danza afrocontemporánea Cununafro y Sarabanda baila al frenético ritmo de ‘Malinque’, una composición musical que es resultado de la exploración por los ritmos africanos.
El primer colectivo es dirigido por el artista popular y coreógrafo Jefferson Cuero. Este se ha dedicado a investigar y a transmitir el legado musical de la ‘diáspora africana’ en este país. ‘Huellas y África, África’ es uno de sus trabajos, que combinan música y danza con claras raíces del llamado Continente Negro.
La presentación de Cununafro y Sarabanda en la tarde del pasado viernes 22 de junio, como parte del encuentro artístico-cultural denominado ‘El tiempo de la vida’, se constituye en el preámbulo de un episodio cargado de simbolismo en la capital colombiana y que está matizado por la polémica. El coso bogotano, construido en 1931 y con aforo para 14 500 espectadores, pasa a convertirse en un nuevo escenario cultural de esta ciudad de 7,8 millones de habitantes y que no será más un espacio para las corridas de toros.
Así, formalmente, se dobla una página de la historia de esta plaza, que vio desfilar a figuras de la fiesta brava, en la feria taurina de finales de enero e inicios de febrero, como los diestros españoles Antonio Ordóñez, Luis Miguel Dominguín, Julián López ‘El Juli’ y Enrique Ponce, y los espadas colombianos César Rincón y Jorge Herrera, entre otros.
Mientras los bailarines de Cununafro y Sarabanda continúan con su danza, a pocos metros de la puerta por la cual los toros salían a la arena, ‘la puerta de los sustos’ en el argot taurino, en el otro extremo de la plaza, el también artista popular Alberto Lozada anuncia, micrófono en mano, la representación de su pieza ‘La Mandala’. Esta obra, dice, “es un espacio circular sagrado para la vida y el arte”. Minutos después, artistas plásticos con su ropa pintarrajeada con colores fuertes delinean sobre la arena de la plaza una figura con la cual, según su director, “saludan a la tierra y al cielo”. La actuación es seguida por unos 1 200 espectadores.
Al término de la presentación de ‘La Mandala’, Lozada sintetiza a su manera el significado del programa cultural de este viernes. Un programa se lleva a cabo en el mismo sitio en el cual fueron sacrificados miles de animales y que también se tiñó con la sangre de los toreros, banderilleros, picadores, etc. “En un país como este, donde se derrama tanta sangre, esto es solo un pequeño mordisco. Hemos ganado un espacio”.
Con la idea de la conquista de un espacio para las actividades culturales también comulga Santiago Trujillo Escobar. El director del Instituto Distrital de las Artes (Idartes) de Bogotá explica a este Diario que el antiguo coso servirá para la exhibición de películas, la presentación de artistas populares, exposiciones y foros culturales. Destaca, además, que todas estas actividades serán gratuitas para el público.
La realización del encuentro artístico-cultural ‘El tiempo de la vida’ en la práctica cristaliza la decisión de Gustavo Petro, alcalde de Bogotá. El pasado día 13, el político de izquierda hizo un anuncio que activó la controversia. Entonces, dijo que “La plaza de toros Santamaría hará parte del sistema de educación distrital, en el que los mejores poetas y escritores se reunirán cotidianamente con los estudiantes de nuestros colegios públicos para dictar clases de literatura y letras”.
La resolución del Jefe de Gobierno de esta capital se produjo luego de la negativa de la Corporación Taurina de Bogotá, la organizadora de las corridas, de eliminar la muerte del toro.
Mientras el acto cultural se acerca a su final en el interior del coso, en las afueras, un puñado de aficionados protaurinos con pancartas cuestiona la decisión de Petro. A su lado, activistas de los grupos de defensa de los animales entregan hojas volantes.
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