A los pocos minutos de conocerla, Isabel Bustos, la reconocida coreógrafa y directora de la Compañía de Danza Retazos parece una mujer dura. Maciza e intensa se mueve por el escenario del Teatro Nacional Sucre, donde siete bailarines tratan de ubicarse y de componer con sus cuerpos las imágenes e ideas que han nacido de la cabeza de Bustos.
Ella es la única que habla, mientras las luces y el sonido vienen y van hasta acoplarse. Ella, la que con apenas un gesto impone respeto. Ella, la que hace 23 años creó esta compañía de danza contemporánea en Cuba y esta semana ha presentado su trabajo en Quito, en honor a su aniversario 476 de fundación. Hoy en Quitumbe, a las 15:00 será la última presentación.
‘Espérame en el cielo’ y ‘Andares’ son las obras que Bustos eligió para interpretar en Quito, ciudad a la cual Retazos no había venido desde el 2000, cuando puso en escena ‘Carmina Burana’, en el mismo Teatro Sucre.
En estas celebraciones, la primera obra –que habla de la ilusión– se presentó el jueves en el Sucre; y ‘Andares’, ayer y hoy en Quitumbe. Esta última “es un paseo por la música y el ritmo de Cuba, mostrando algo que tiene que ver con sus ritos y su cultura, con los bailes populares actuales”, cuenta esta profesora de danza, tan bajita como imponente, mientras respira agitada por el malestar que le ocasionan la altitud de Quito (apenas aterrizó la noche anterior) y el polvo que hay en el teatro.
De los parlantes sale el sonido vital de la percusión caribeña, propia de los rituales yorubas. Es la música de ‘Andares’, una pieza llena de energía y gracia, que deja sin aire a los bailarines, y pese a todo sus cuerpos en movimiento no paran; Patricia Yépez, asistente de Bustos, busca la manera de procurarles un mate de coca para aliviar en algo el ‘soroche’. Entre tanto, Bustos mira atenta y da instrucciones a los tres hombres y cuatro mujeres que giran ágilmente sobre las tablas, y también a la cabina donde se controlan la luz y el sonido; pide más volumen. Tienen poco tiempo para mirar y probar el escenario porque de un momento a otro llegará un equipo para instalar los instrumentos para un concierto que se interpretará en el Sucre esa misma noche.
Todo pasa muy rápido. En un pestañeo, la mirada de Bustos se relaja, también su gesto; su voz suena suave, con un dejo que no llega a ser cubano, que no es de ninguna parte o quizás es latinoamericano, como a ella le gusta identificarse: “Como he vivido en Cuba, en México, en Ecuador, en Chile yo diría que soy latinoamericana”. Y conversamos de la compañía, de la danza, del arte’ De esa conversación quedaron estos retazos, en su propia voz.
El cuerpo: pincel y lienzo
Es muy importante tener el cuerpo preparado físicamente, dominarlo, pero yo pienso mucho más en la composición, en cómo transmitir una idea a través del cuerpo.
Esa composición que yo busco es muy plástica, tiene que ver con cómo componer en el espacio. Para mí la técnica es importante en la medida en que puedo usarla, pero no es el fin.
Retazos 1987, Retazos 2010
Yo partí con la idea del manejo de la interioridad de los bailarines, de que nuestra puesta en escena sea muy particular y al mismo tiempo a través de ellas plantear temas universales y trabajar con las emociones, eso no ha cambiado en todo este tiempo.
Lo que sí ha cambiado es que ahora en la Compañía conocemos más el cuerpo y tenemos una mejor dramaturgia. El cambio de bailarines, que necesariamente se tiene que dar, propicia el enriquecimiento al trabajar con otros cuerpos.
Diría que nos hemos convertido en una institución ‘danzaria’ en Cuba, porque no solo hacemos coreografías, sino que ya tenemos varios festivales en marcha, como Habana Vieja, ciudad en movimiento, al que acuden coreógrafos e intérpretes de todo el mundo (se realiza cada año). Y ya vamos por el quinto festival de video danza. Antes de venir acabamos de presentar el festival Impulsos, que está enfocado en apoyar el trabajo de jóvenes coreógrafos.
Espíritu latinoamericano
Hemos trabajado con pintores, por ejemplo con (Fernando) Botero. Hicimos un espectáculo trabajando con los volúmenes que él maneja en su obra; se llamaba ‘Naturaleza muerta con gallina blanca’ y estaba inspirado en sus cuadros, los volúmenes los logramos con esponja. Y ahí buscamos una estética y una sensibilidad diferentes, a través de estos cuerpos distintos, eso era lo interesante. Todos entramos en el mundo onírico de Botero, en su concepto de belleza. Las gordas eran una maravilla.
También nos hemos basado en textos de Lezama Lima, de García Lorca o de Wichi Noguera, en la obra de Silvio Rodríguez.
Y al trabajar sobre la obra de artistas latinoamericanos estamos consolidando una identidad; por eso yo creo que Retazos tiene un espíritu latinoamericano, que además es muy emocional.
La danza como arte
Retazos, cuando baila, cuenta historias que no son literales, yo diría más bien que son imágenes. A veces es un poco abstracto, a veces figurativo.
Nuestro baile es emocional, pero no es literal y no busca complacencias con el público, a nivel de virtuosismos, por ejemplo. Las obras de Retazos plantean cosas, y la gente entra a las obras, pero no salimos a complacer al público y eso es importante.
Hacia el final de la conversación ella está distendida, y ha dejado de toser. Ya no es distante ni dura. Antes de despedirnos, en un gesto casi coqueto, cuenta que ya no baila ni tiene mucha actividad física porque se ha vuelto una burócrata (quienes la conocen dicen que es multifacética e hiperactiva). Se ríe alto, con ganas y se corrige: “Bueno, sí bailo salsa y boleros”. Detrás de ella, alguien arma un piano y los bailarines se pierden entre el telón.
Una escuela que se volvió una institución
En Cuba, la Compañía de Danza-Teatro Retazos ocupa un edificio de la Habana Vieja, que les fue entregado a la compañía de danza, dirigida por Isabel Bustos, por el historiador de la ciudad, Eusebio Leal. El Gobierno cubano además paga los sueldos de los bailarines.
El próximo enero, la compañía cumplirá 24 años, durante los cuales ha desarrollado “un lenguaje lírico e intimista”.
Retazos además de coreografía (espacios, energía, composición a través del gesto y el movimiento) también trabaja el concepto de lo popular en la danza (como salsa, rumba, guaguancó, son, orishas, rituales de las deidades afrocubanas).
En la compañía tiene lugar además la escuela de danza infantil Espacio y Movimiento, que trabaja con niños de 3 a 10 años.
Los bailarines que integran Retazos son graduados, pero como también integran a los jóvenes de la comunidad, algunos de ellos llegan sin formación formal; sin embargo, al final Bustos afirma que todos se convierten en profesionales.
Los más experimentados trabajan como profesores de los niños, y en los festivales fungen de organizadores, edecanes o productores. “La compañía es un centro de formación”.