Es sábado y los colores de la vida se descubren entre risas y jugueteos de niños y de adolescentes. La alegría dibuja sonrisas en los rostros de quienes se pasean bajo la estructura de hierro y cinc del Mercado de Santa Clara, en el Itchimbía. Todo es juego, luz y vida. La ocasión se lo merece: ante los ojos está el producto de la imaginación y de la creatividad de decenas de niños.
La muestra ‘Descubriendo los colores de la vida’ es el resultado de un año más de trabajo del Programa Arteducarte, que empezó hace ya 13 años. En los trabajos expuestos se refleja el aprendizaje que los niños realizan en sus propias aulas, ya no con láminas y tablas de multiplicar, sino con la ayuda de materiales tan diversos como corbatas, alambre, botones, lana, retazos de tela, botellas, limpiapipas, mullos, tapas, papel reutilizable y muchos otros. Haciendo del arte una herramienta para mejorar la educación.
Bajo el tambor octogonal de la estructura, en el centro del edificio, se exhibe ‘Respiros’, un trabajo realizado con los niños de quinto año de educación básica de la escuela República de Bolivia, facilitado por el artista Christian Tapia Enríquez y su asistente, Sofía Armas. Unos cubos que contienen en su centro tubos de ensayo con la respiración de sus creadores, cuyos lados llevan dibujados mandalas, y que están basados en la obra ‘Aire de París’, de Marcel Duchamp, son el resultado de un aprendizaje sobre técnicas de respiración, concentración y relajación, que además fueron pretexto para conversar sobre el cuidado del medio ambiente y la importancia del aire limpio.
“Este año hemos trabajado mucho más fuerte en la clase estos temas de ciudadanía, de inclusión, de convivencia, de respeto, de valores, de medioambiente, que están atravesados en los planes de estudio de las asignaturas, pero que muchas veces no se trabajan”, dice María Consuelo Tohme, directora de Arteducarte.
En los propios testimonios empieza a evidenciarse ese interés y ese respeto por la vida: “A mí me gusta reciclar”, dice una niña, que escapa antes de decir su nombre. Más allá, Shirley Pilataxi, participante de la escuela Delia Ibarra de Velasco comenta: “Me gusta porque quiero que mis compañeros y mi profesora estén orgullosos de mí”.
La muestra estará abierta hasta el 21 de octubre en el Itchimbía.