Desde el inicio del confinamiento, en marzo, creció el interés por los huertos

Una adulta mayor riega acelgas y otros vegetales como parte de sus actividades diarias en Quito. Vigila que las plagas no caigan en sus productos.

Una adulta mayor riega acelgas y otros vegetales como parte de sus actividades diarias en Quito. Vigila que las plagas no caigan en sus productos.

Una adulta mayor riega acelgas y otros vegetales como parte de sus actividades diarias en Quito. Vigila que las plagas no caigan en sus productos. Foto: Cortesía Proyecto Agricultura Urbana Participativa

Desde la emergencia sanitaria, la agricultura urbana se ha incrementado en Quito. Los nuevos productores quieren entretenerse, disminuir los gastos del hogar y algunos se proyectan como emprendedores.

Esta tendencia se ha reflejado en un aumento de la demanda de los cursos de agricultura y de los negocios de semillas, plantas y suministros.

El proyecto Agricultura Urbana Participativa (Agrupar), que brinda servicios de la implementación de huertos caseros orgánicos, corrobora el mayor interés por esta actividad. Entre marzo y junio la organización efectuó 55 capacitaciones en línea, con una asistencia en promedio de 40 y 60 personas por curso. Antes de la pandemia, Agrupar dictaba unos ocho cursos al mes, con un máximo de 25 personas.

“Cuando la cuarentena se alargó, la gente vio la necesidad de sembrar. Por un lado, disminuyó el poder adquisitivo por la crisis y, por otro, cultivar es una terapia de ocupación y recreación”, dice Pablo Garófalo, de Agrupar.

El huerto de Sebastián Garófalo es uno de los 127 que se han abierto en estos tres meses tras las capacitaciones. Cuando empezó la cuarentena, Sebastián se propuso junto a su esposa e hija realizar una actividad que les permitiera romper con la rutina del teletrabajo.

Sebastián se inscribió al curso de agricultura urbana. En abril empezó a trabajar en su huerto en un espacio comunal, en el que sembró rábanos, cebolla, remolacha, tomate y calabacín. Por ahora su producción abastece solo al hogar, pero planifica aumentarla para vender los excedentes a vecinos y familiares.

El incremento de huertos en Quito ha impactado en los negocios de plantas y suministros de agricultura. Lourdes Lema, de la Asociación de Viveros de Nayón, detalla que antes de la pandemia el 90% de las ventas era de plantas ornamentales. Ahora, la demanda ha dado un giro y las plantas comestibles y medicinales representan el 90% de ventas.

Carmen Cornejo, de la empresa de flores y semillas Cultivare, señala que ha habido un incremento de ventas del 30% durante la emergencia sanitaria. La venta de semillas de hortalizas y hierbas aromáticas se ha disparado, mientras que la línea de flores ha bajado drásticamente.

Durante los 18 años del proyecto Agrupar, de Conquito, se han sumado 44 hectáreas de tierra cultivada. Sin embargo, solo entre marzo y junio de 2020 se aumentó una hectárea más; hubo un incremento del 2,27%. La mayoría de personas que se capacitan, dice Pablo Garófalo, son mujeres. Estima que representan el 75%. “En cuanto a estrato económico, vemos de todo. Hay gente profesional, clase media y gente muy humilde”, asegura.

Jacqueline Meléndez es una economista que trabaja a medio tiempo en una empresa de contabilidad y auditoría. El resto del tiempo se dedica a su huerto, implementado hace dos años. Cuenta que empezó este proyecto debido al alto precio de los productos orgánicos y la dificultad de conseguirlos. En la terraza de su edificio siembra remolacha, zanahoria, acelga, lechuga y otros.

“El tener mi huerto en casa me ha ayudado bastante. He podido integrar a mi familia y ha sido de ayuda especialmente en la cuarentena ya que es relajante”, relata Meléndez.

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