Estos autos y camionetas tienen llantas con labrado para transitar sobre roca o lodo. Trepan empinados muros de piedra o irregulares laderas de tierra del parque Metropolitano Guangüiltagua, la noche de cada jueves.
Van comandados por las 25 personas se reúnen periódicamente para disfrutar de la adrenalina del 4×4 en ese lugar. Pero ellos no llevan carros comunes. Sus vehículos son modelos a escala 1:10 y están listos para cruzar terrenos secos, pantanosos o cubiertos de nieve.
El UIO Scaler es un club que reúne a personas apasionadas por los motores. Según Gianluigi Tagliacozzo, quien usa el seudónimo de Axial Huaira en las competencias, todos alguna vez se dedicaron al 4×4, al enduro, al motocrós o a las carreras de velocidad en vehículos grandes. Y ahora han optado por un ‘hobby’ más seguro, menos costoso, pero igual de divertido y relajante.
Sus reuniones empiezan en la calle Bermejo, cerca del redondel del Ciclista, que es una de las entradas al Metropolitano. Bajan de sus autos directo a la cajuela, para sacar sus juguetes. Encienden las luces de los pequeños vehículos, los dejan en la vereda, se ponen en la frente unas linternas y enseguida accionan los controles remotos.
Los carros tienen llantas de caucho con aire o esponja por dentro. Del labrado depende el agarre a la superficie y de la habilidad del ‘conductor’ su desempeño en la subida.
La aventura continúa en medio de los árboles del bosque quiteño, sobre hojas secas, semillas, piedras, raíces y tierra. Los ‘pilotos’ parecen luciérnagas en medio del parque y se divierten como niños.
Ahora pueden comprarse aquellos carritos que cuando niños pedían a sus padres de regalo. Pero esta vez, los juguetes tienen más accesorios y detalles que los convierten en réplicas exactas y hasta mejoradas de carros de marcas como Toyota, Land Rover o GMC.
Tienen dos tipos de vehículos: scaler o crawler. Los primeros tienen carrocería dura y sus detalles exteriores e interiores se apegan más a los que tienen los jeeps y camionetas reales.
Al sacar la carrocería se pueden apreciar sus paquetes, amortiguadores, caja de cambios, transfer, etc. de materiales similares a los de los carros grandes. Su potencia puede ser de 35 o 55 y tienen dos marchas. Los otros, en cambio, tienen carrocería plástica. Su potencia es de 27, pero son más veloces.
El automodelismo es la pasión de José Bravo desde hace 25 años. Pero desde hace dos se unió al UIO Scaler para los paseos nocturnos de los jueves y los diurnos de los fines de semana. Por su trabajo debió mudarse de Quito a Atuntaqui, pero no le importa hacer el viaje con tal de llegar al Metropolitano para su aventura semanal.
A él le encantan los carros de cualquier tamaño. También es un aficionado de la mecánica y de conducir. Además, le gusta mostrar su habilidad con el control remoto para llevar sus pequeños carros por agrestes senderos. Esta actividad le hace sentir como si él mismo estuviera sentado al volante.
Son en promedio cuatro horas de caminata por el bosque. Luego, el grupo va a comer hamburguesas en algún local cercano o buscan otra opción. El menú es lo de menos. La idea es divertirse con personas con quienes comparten un ‘hobby’.
Los fines de semana, el escenario es distinto. Los miembros del club van al Molinuco, Mindo, Nono, Papallacta y hasta el Cotopaxi, para jugar. Muchas veces van acompañados de sus esposas, novias e hijos. Toda la familia participa de estos encuentros y ayudan con ideas para sacar de aprietos a los pequeños 4×4. Usan tablas, ramas, piedras…
También tienen winchas en miniatura para continuar por las rutas. La idea es usar lo menos posible las manos y resolverlo todo con el control remoto. También hay que evitar que los carros se vuelquen.
Tagliacozzo dice que, en resumen, no se debe hacer cosas con el carro a escala que uno de tamaño real no pueda hacer. Sin embargo, “no es tan estricto el asunto. Lo hacemos para recordar lo que sabemos de mecánica, pero a escala, y también para hacer ejercicio. La cuestión es divertirnos”.
Se requiere
Una batería que puede ser Lipo (líquida) o de níquel. La primera
cuesta de USD 60 a 150 y la segunda, 50, pero dura menos.
Un juego de cuatro llantas cuesta alrededor de USD 100. Adicionalmente se compran aros desde USD 80 en adelante, según el modelo.
Es básico contar con herramientas a escala: una llave de tuercas, un juego de llaves hexagonales y una reserva de plásticos, piñones y tornillos.