Kenneth Branagh escribe y dirige ‘Belfast’ como el retrato de una infancia que transcurre entre la violencia de una ciudad al borde de la guerra civil.
En la cinta, Buddy es un inquieto niño que sueña con un futuro distinto, mientras se refugia en su pasión por el cine, en la niña de la escuela que le gusta y en sus carismáticos padres y abuelos, en una ciudad sumida en la violencia y el caos.
Esta película recurre al blanco y negro, con ciertos destellos de color, como recurso estético, un refinado diseño de sonido que se funde con una banda sonora en perfecta armonía con sus personajes y escenarios, así como a un conjunto de buenas interpretaciones.
Con esas cualidades llega a la gala de los premios Oscar 2022 con siete nominaciones, incluyendo la de Mejor película del año.
Caitriona Balfe, Jamie Dornan, Judi Dench y Ciaran Hinds, junto a un novato, pero talentoso Jud Hill, protagonizan este drama familiar de tintes biográficos, que se encuentra disponible en la cartelera nacional.
La intolerancia se desfoga en la violencia
A finales de los años 60, Belfast era una ciudad en Reino Unido divida en dos por las invisibles, pero rígidas murallas del fanatismo religioso y político.
La discordia entre los unionistas, partidarios de aceptar a Irlanda del Norte como parte del Reino Unido, y los republicanos, que apelaban por la integración a la República de Irlanda, se derivó en una serie de disturbios que rápidamente escalaron en niveles de violencia, en distintas localidades de Irlanda del Norte.
Esa discrepancia por pertenecer a uno u otro estado, que es una de las razones que ha desatado la guerra entre Rusia y Ucrania, se fue extendiendo hacía otros ámbitos de la vida como la cultura, el idioma, la educación o la religión.
En ese contexto, Belfast fue el escenario de las manifestaciones más violentas en 1969. Las barreras ideológicas se transformaron en barricadas que marcaron las fronteras entre barrios católicos y protestantes.
El conflicto continúo hasta la firma del Acuerdo de Viernes Santo a finales de los años 90, aunque los enfrentamientos no han terminado del todo.
El conflicto desde la mirada de un niño
Branagh filtra este largo y violento enfrentamiento a través de la mirada inquieta e ingenua de Buddy. Jude Hill debuta en la gran pantalla, interpretando a un niño de 9 años que vive seguro y libre en la oscuridad de una sala de cine, lo mismo que jugando y haciendo travesuras en la calle.
Pero los sueños de la infancia de Buddy se transforman en una pesadilla llena de furibundos gritos, hombres enmascarados, golpes y porrazos que se mezclan con el miedo y la angustia de madres y padres que intentan proteger a los suyos.
Para Buddy, el mundo se extiende en el barrio y la calle en la que vive con sus amorosos padres y muy cerca de sus abuelos y que ahora es un campo de batalla.
Las razones de un odio tan enconado entre vecinos que hasta hace poco tenían un trato amistoso escapan a la comprensión del protagonista. Su mirada se convierte en la de toda una generación que creció entre las tensiones de un mundo dividido.
Desde esa posición, el director se toma libertades creativas para darle al relato un tono más amable, que toma ventaja de ciertos elementos del western, el melodrama o la ciencia ficción.
El conflicto armado permanece en los márgenes, mientras la historia está poblada de emotivos recuerdos familiares, las sensaciones que despiertan el primero amor, las fantasías provocadas por las imágenes del cine y la televisión y las experiencias que marcan el tránsito a la madurez.
Las decisiones estéticas y narrativas de Branagh, hacen de ‘Belfast’ una película una experiencia visualmente fantástica y narrativamente humana.