La agrupación riobambeña busca revitalizar las tradiciones indígenas y mestizas. Se dictan clases para niños, jóvenes y adultos. Foto: Cristina Márquez/ EL COMERCIO.
El público sonríe cuando los integrantes del Centro de Difusión Cultural Inti Huayra salen al escenario luciendo coloridos trajes que representan a diversas etnias del país.
Niños, jóvenes y adultos participan en las coreografías que muestran tradiciones y costumbres antiguas de los pueblos indígenas y mestizos.
“No decoramos nuestras coreografías con lentejuelas y adornos”, dice sonriente Alfonso Chávez, director y fundador de la agrupación.
Según él, los movimientos corporales, los trajes y la música que se utilizan en sus coreografías son lo más cercano posible a los originales.
Es que difundir las tradiciones sin transfigurarlas es una de las prioridades de la agrupación. “Estamos preocupados porque hemos visto cómo en Riobamba los grupos de danza han adoptado el estilo folclórico boliviano”, afirma Chávez.
Por eso, toda la indumentaria que utiliza el grupo se adquiere en centros artesanales y mercados de la localidad.
Los jóvenes que son parte del elenco principal son parte de la investigación de los atuendos. Ellos recorren comunidades y cantones para participar en los festejos populares y luego recrearlos en sus bailes.
Así surgió la coreografía emblemática de la agrupación: la capitanía. En 1992 Alfonso Chávez inició su investigación en Sablog, Colta.
Allí los comuneros ridiculizaban a la milicia española imitando a todos los personajes. Los fusileros, la banda de guerra, los paragueros y otros. Luego recorrían las calles del poblado en una procesión.
Cada detalle de la investigación está representado en la coreografía. Ese baile incluso fue premiado en un concurso internacional de baile que se realizó en Florida, Colombia.
Otra investigación que se muestra en una coreografía es la de los Pinganillos. El baile cuenta sobre la época de las haciendas, cuando los indígenas de Chimborazo eran maltratados por los hacendados.
“Queremos contar historias antiguas, tal como eran. Ese es legado para los que vendrán”.
El grupo de danza cuenta con divisiones para niños, jóvenes y adultos. Desde los cuatro años, los pequeños empiezan a disfrutar de los ritmos nacionales y aprenden sobre las culturas del Ecuador.
Las clases se dictan de lunes a viernes y tienen un costo de USD 20. “No solo estamos cultivando talentos, sino también sembramos en los niños el amor por lo nuestro”, dice Diego Chávez, integrante de la agrupación.
Inti Huayra festeja este mes su aniversario número 26. Los 85 integrantes se reunieron para celebrar bailando y con nuevas metas para su nuevo año.
Contar con una infraestructura más grande y cómoda para los ensayos es uno de los anhelos. Además, esperan cumplir con la primera gira internacional de la división juvenil.
“Lo que nos encanta de este grupo es la investigación que se muestra en sus coreografías. Han colaborado con nosotros en varios eventos y hemos visto la buena aceptación que logran con el público”, opina Piedad Zurita, gestora cultural de la Fundación Arte Nativo.