Carretera de Duendes, Puente Almuchín, abril de 1936. Foto: colección de Oswaldo Cepeda
“Hemos reclamado al Gobierno que no puede hacer obras tan solo para beneficiar a ciertos grupos económicos y sociales. Nosotros somos pueblo y pueblo que sufre por la falta de vías de comunicación y atención en todo sentido (…) Si no nos atienden, construyamos nuestro propio destino y levantemos la carretera que nos niega el Gobierno con nuestras propias manos…” (Archivo parroquial de San Gabriel, Cartas y varios, 1926). Así se expresaba el sacerdote Nicanor Gavilánez, párroco de San Gabriel, luego de conocer la decisión del Gobierno presidido por la Junta de Notables, conformado a raíz de la Revolución Juliana, que en 1925 dispuso el trazado y construcción de la vía Chota-El Ángel-Las Juntas (Tulcán), llamada Vía Occidental del Carchi, dejando aisladas a las poblaciones del sector oriental en las cuales se asentaban los pueblos de Los Andes, Bolívar, La Paz, San Gabriel, Cristóbal Colón, Huaca y Julio Andrade.
La justificación del gobierno era “ …que esta vía es la más corta, menos costosa y de rápida ejecución por el trazado, ya que hacerlo por el sector oriental era muy caro y demandaba mucho trabajo e inversión que el Estado no está en capacidad de afrontar” (Archivo histórico Ministerio de Obras Públicas. Informes sobre carreteras nacionales, 1926. Vía Chota-Las Juntas).
Las autoridades del municipio de Montúfar, cuya cantonización se efectuó el 27 de septiembre de 1905, conformaron un comité llamado Pro carretera oriental del Carchi, presidido por Manuel J. Bastidas, el mencionado sacerdote Gavilánez, Alfonso Bastidas Lloré, entre otros, para gestionar que el Ministerio de Obras Públicas cambie la decisión del trazado inicial y beneficie a la mayoría de pueblos del sector oriental.
Vanos fueron los esfuerzos de los dirigentes. En 1926 Isidro Ayora es nombrado jefe de Estado y se ofrece impulsar la obra solicitada, sin embargo, sus ofertas no se cumplieron. El Comité decide llamar a los pueblos a realizar dos grandes mingas para construir la carretera oriental en dos etapas: la una hacia el norte para unir San Gabriel con Tulcán enlazando a los antiguos pueblos del Caico (Cristóbal Colón, Huaca y Orejuela (Julio Andrade), tomando en consideración que el pueblo de Huaca en formidables jornadas mingueras había construido en poco tiempo la vía Huaca-Tulcán, gracias al empeño de Rafael Guevara, teniente político de la localidad. El Gobierno le otorgó la llamada Copa Bayas en reconocimiento a su espíritu patriótico.
Minga en Duendes, 1930. Fue uno de los tramos más duros. Foto: colección de Oswaldo Cepeda
Luego de intensas gestiones de los directivos para comprometer el apoyo popular, el 29 de junio de 1927, 4 000 gentes inician los trabajos. Eran moradores de barrios seleccionados y eran reemplazados en igual número por gentes de otras comunidades. Trabajaban de lunes a sábado y el entusiasmo era de tal magnitud que había competencia entre ellos para hacer ‘las tongas’. “Es increíble, señor Ministro, lo que puede hacer un pueblo cuando se une por el bien común, sin necesidad de compromisos políticos. Venga, usted, señor, y mire lo que hace el Carchi cuando se trata de labrar su futuro”, le decía Manuel J. Bastidas, presidente del Comité, al ministro de Obras Públicas. (Carlos Raza Salcedo, Apuntes sobre la historia de la construcción de la carretera oriental del Carchi, s/e, s/a, p. 15).
Los días 25, 26 y 27 de septiembre del año 27, 6 250 hombres de todos los barrios, incluidos moradores del Caico, trabajaron intensamente hasta llegar al pueblo de Huaca y unir las dos vías, dejando expedita la vía carrozable entre San Gabriel y Tulcán. Juan José Gavilánez arribó con su vehículo proveniente de Pasto, y fue el primero en llegar a la plaza de la ciudad.
Los pueblos de La Paz, Bolívar y Los Andes exigieron el inicio de la obra hacia el sur, tarea que técnicamente le fue encomendada al ingeniero Federico Estrube.
En abril de 1928, 5 000 pobladores de los pueblos señalados se ponen manos a la obra y llegan a Bolívar en octubre del mismo año. Se trabajaba tres días a la semana, turnándose por pueblos; los sábados se unían todos para adelantar la construcción. Los tenientes políticos y los curas párrocos eran los responsables de convocar y animar a sus gentes.
Ante la reacción de los habitantes, el gobierno de Ayora dispuso que se apoye tan especial iniciativa, para lo cual ordenó se entreguen pequeñas cantidades de dinero para comprar sobre todo herramientas y dinamita para emplearlas en las breñas de Duendes, lugar muy rocoso, agreste y de complicada orografía, que fue seleccionada por los ingenieros en razón de que, vencida su resistencia, acortaba de manera substancial la distancia entre Bolívar y el anejo de Juncal. Hacerlo por otro lado exigía más recursos y esfuerzos económicos y humanos.
En octubre del mismo año se dieron cita en las inmediaciones de la citada quebrada más de 4 000 mingueros para abrir un camino transitable, todos provenientes de San Gabriel, La Paz, Bolívar y Los Andes (Mumiar). La obra en sí misma no prosperó por lo agreste del terreno; sin embargo, los trabajos no se detuvieron y partiendo desde Cúnquer siguieron hasta el sitio Revolcadero, al cual llegaron en los primeros meses de 1929. En este período no dejaron de intervenir entre 3 000 y 4 000 hombres, a los que todos los días, según la parroquia, se sumaban mujeres, ancianos y niños.
Durante las mingas participaron miles de vecinos. Foto: colección de Oswaldo Cepeda
“El profesor Juan Manuel Yar, del pueblo de Los Andes pidió, que niños y padres de familia intervengan semana entera en la minga que le correspondía a su pueblo, por lo que luego de pedir autorización, suspendió clases; en igual forma, el cura de Bolívar, tomando la posta de los migueros, pidió que el domingo, luego de terminar la jornada de trabajo, acudan a misa en el mismo sitio de la obra. Las autoridades cantonales eran las primeras en presidir los grupos de trabajo sin distingos ni privilegios de ninguna clase. En fin, todos trabajaron con el mismo espíritu patriótico” (Ibid. Raza Salcedo, p. 21).
Los días 25, 26 y 27 de septiembre de 1930, los organizadores convocaron a cerca de 10 000 moradores para concluir la obra y dejar expedita la carretera entre Bolívar y El Juncal. En estas fechas concurrieron mingueros de todos los pueblos que conformaban la banda oriental de la provincia del Carchi, desde Huaca hasta los habitantes del valle del Chota, quienes iniciaban sus trabajos a las seis de la mañana y concluían en horas de la noche, trabajando incluso con “mecheros”.
Por esta singular epopeya, el pueblo de San Gabriel recibió la distinción Procerato del Trabajo, singular manifestación de admiración y reconocimiento por parte del gobierno de Isidro Ayora.
*Doctor en Historia. Autor de varios libros sobre historia ecuatoriana.