La guayusa cada vez gana más espacio en el mercado nacional y extranjero. Aunque esta planta se destaca por su valor cultural y sus usos medicinales en las comunidades amazónicas, su genética ha sido poco estudiada.
La yerba mate, guaraná o incluso el café tienen propiedades similares, pero a diferencia de esta especie, los beneficios de los tres han sido ampliamente difundidos.
La planta de la guayusa históricamente se ha distribuido en la región amazónica de Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador. Con el paso de los años, ha sufrido varios cambios. Uno de los que más llama la atención es la falta de flores.
El último espécimen de guayusa con flor fue registrado en 1985 en Ecuador y en 2004 en Perú. Esto podría explicar la escasa presencia de la guayusa en las colecciones herbarias, lo que ha influido en que sea una de las especies menos comprendidas del género Ilex.
La falta de floración, su reproducción y la influencia humana en su propagación son algunos de los aspectos que motivaron a un grupo de investigadores de la Universidad San Francisco de Quito y de la Universidad Metropolitana de Manchester, en el Reino Unido, a emprender un estudio enfocado en la diversidad genética de la guayusa.
María de Lourdes Torres, directora del Laboratorio de Biotecnología Vegetal de la USFQ, cuenta que la investigación, publicada en abril del 2021 en la revista Diversity-MDPI, se realizó en seis provincias amazónicas del país.
Uno de los factores que más preocupaba al equipo dirigido por Torres era encontrar una baja diversidad genética en los especímenes de guayusa, porque todo indicaba que su reproducción era clonal.
Cuando las plantas tienen un proceso reproductivo sexual, el polen va de una flor a otra, se da la fertilización y se siguen propagando las semillas. En estos casos se producen nuevas combinaciones de genes y aumenta la diversidad.
Si el proceso es clonal, lo que se reproduce es el mismo genotipo o construcción genética. Cuando las plantaciones en el mundo provienen de un solo clon, su conservación puede estar en riesgo.
Paula Erazo, asistente de Investigación del Laboratorio de Tecnología Vegetal de la USFQ y primera autora del estudio, dice que se colectaron 88 individuos y se encontraron 71 genotipos en las muestras.
La buena noticia en el caso de la guayusa es que, a pesar de que la diversidad genética general es baja porque no hay reproducción sexual o no se ha detectado, se están propagando varios clones.
Este proceso, o los múltiples clones, demuestra que el movimiento ha sido mediado por el humano o las comunidades amazónicas. Por ejemplo, intercambian las plantas porque ven que un árbol produce mejor té debido a su cafeína.
Este hallazgo también es un mensaje para quienes planean tener plantaciones. Torres dice que lo ideal sería escoger múltiples clones para no poner en riesgo a la especie.
La falta de floración de estas plantas podría estar relacionada con la escasez de árboles silvestres de guayusa. Actualmente, se han encontrado solo en chacras. Aún es necesario investigar este aspecto.
Otra conclusión de esta investigación es que hay dos grupos genéticos o linajes interesantes y uno de esos se encuentra en el centro de la Amazonía. Esto demuestra que esta es una zona prioritaria para la conservación de la guayusa.
Erazo dice que la temperatura también está influyendo en la distribución geográfica de algunos genotipos. Individuos con cierta composición genética se ubican en regiones de la Amazonía donde la temperatura oscila más.
Las investigadoras buscan llevar a cabo nuevos análisis que combinen la genética con las características químicas de la planta, relacionadas a su contenido de cafeína y teobromina, que las hace apetecidas en el mercado.
Omar Vacas-Cruz, investigador especializado en usos ancestrales de las plantas útiles, explica que la guayusa antes era utilizada solo por las comunidades nativas y desde hace 20 años, ante la búsqueda de energizantes naturales, se amplió su difusión.
Vacas cuenta que en la Amazonía aún se preserva la tradición de tomar guayusa en la madrugada rememorando las épocas de caza. Otros de sus usos ancestrales se relacionan con la cocción de la hoja para evitar la caída del cabello y la preparación de infusiones diuréticas. También se emplea como repelente de insectos.