Gabriela Palacios y su compañero Carlos Cabezas, de 14 años, planeaban cambiarse de colegio. Querían aprender Física y Ciencias Sociales, pero en el centro de educación popular Ricardo Chiriboga, donde estudian, no se dictan esas materias.
Los estudiantes decidieron quedarse. Lo hicieron luego de que la Secretaria de Educación del Municipio de Quito anunciara que los centros de educación popular se convertirán en colegios de educación regular y reemplazarán las materias prácticas por otras cognitivas.
Los alumnos ingresaban a estos centros a los 11 años, para seguir el ciclo básico. Al terminarlo, recibían el título de práctico especializaciones como industria de vestido, mecánica automotriz, artes gráficas, electricidad y hotelería.
“Estaban destinados a trabajar en empresas textiles, restaurantes o bares”, refiere Enrique Chicaiza, supervisor de Educación del Municipio capitalino.
Ese perfil, continúa el funcionario, no correspondía con normativas como el Código de la Niñez y la Adolescencia. “Ahora se pretende entregar un mayor desarrollo cognitivo”.
Para el año lectivo 2010-2011, se abrirán 12 nuevos bachilleratos en estos centros municipales.Nueve de ellos solo ofrecían estudios hasta décimo de básica. Los otros tres tenían especializaciones relacionadas con áreas técnicas. “Había un grave desnivel cuando los egresados de estos centros ingresaban en la universidad, porque no se tenían otros conocimientos”, dice Chicaiza.
Con la nueva modalidad, los estudiantes accederán al bachillerato unificado, lo cual les permitirá continuar sus estudios en el nivel superior si lo desean.
El Municipio de Quito calcula que 2 200 jóvenes podrán acceder a estos colegios que se ubican en cinco parroquias urbanas de la ciudad y en siete rurales.
La idea de aprender otras materias llamó la atención de Palacios y Cabezas. Ambos están en décimo de básica del colegio ubicado en Luluncoto, en el sur de Quito. Ambos coinciden en que adquirirán más conocimientos y que así tendrán más opciones para seguir una carrera en la universidad.
Pero María Elena Carvajal, profesora de corte y confección, no está conforme. Para enseñar otras materias, ella deberá capacitarse. “A estas alturas tenemos que cambiar de vocación y es difícil”, señala con tristeza. El próximo año será el último que enseñe corte y confección en el centro Ricardo Chiriboga.
Asimismo, los profesores de estos centros deberán especializarse en materias como lenguaje, matemáticas, ciencias naturales, inglés, ciencias sociales, entre otras. “Deberán reaprender”, aclara Chicaiza.
La proyección, explica el Supervisor, no es decir que “los estudiantes al menos tienen un trabajo (con especializaciones como corte y confección). La idea es que “los alumnos busquen caminos dentro de un contexto nacional y a escala mundial”.
Sin embargo, Viviana Toalombo, de 16 años, sostiene que hay casos en los cuales se necesita ayudar económicamente a los padres y por eso siguen las carreras prácticas. Jéssica Catota, de 15 años, quisiera estudiar la universidad, pero dice que solo tiene una opción: acabar el ciclo básico y conseguir un empleo.
Pero Palacios y Cabezas ya decidieron quedarse en la institución y acceder al bachillerato unificado. La primera piensa estudiar hotelería y turismo, mientras que el segundo aspira a ser profesor secundario o estudiar una carrera relacionada con las Ciencias Sociales.