¿Quién escribió -la pregunta no me parece ociosa- el discurso que leyó la presidenta de la Asamblea? Mal redactado, con puntuación escolar, lleno de mayúsculas innecesarias, contradictorio y oscuro, jactancioso y banal, recargado de inexactitudes, frases hechas, consignas desgastadas y lugares comunes, invocando personajes de distinta significación histórica (algunos falsamente paradigmáticos), atentando contra la lógica y mezclando sin sentido épocas y realidades, cae en una retórica insustancial pasada de moda, hace gala de una erudición cosmética y huera y termina siendo una demostración palmaria de maniqueísmo, falta de claridad conceptual y penosa confusión mental. Es un bodrio.