En alguna de sus páginas, Benjamín Carrión recordaba que el notable periodista mexicano Félix Palavicini se encontraba en 1920 como embajador de su país ante el Gobierno británico, y un día el Subsecretario de Relaciones Exteriores le dijo con sorna al saludarle: “¿Y cuándo podrán los mexicanos cambiar de presidentes sin mandarles al patíbulo o al destierro?”, a lo cual Palavicini, que venía de una larga y sangrienta revolución, respondió cortésmente: “Esta semana visité la Torre de Londres y he comprendido que aún nos falta cometer muchos crímenes, antes de alcanzar un sistema como el inglés”.