Siempre me han impresionado los talentos precoces. Ahí está esa maravilla llamada Orson Welles. Fue un niño prodigio, como Menuhin o Mozart, con habilidades naturales para la actuación, el dibujo, la narración oral y la prestidigitación. Hizo Citizen Kane cuando tenía 25 años. Y no mucho más.