El ingreso del abandonado Teatro Atahualpa, el Arco de la Reina, el atrio de la Catedral de Quito, las cajas de revisión de líneas telefónicas, los postes y las macetas ornamentales en las vías peatonales son algunos de los puntos en los que en días de sol se siente un repulsivo olor a orina en el Centro Histórico de Quito.
A partir de los 30 años el cuerpo empieza a segregar una sustancia que provoca el comúnmente llamado ‘olor a anciano’. Y no se trata de falta de higiene, ni tiene que ver con sudor u otros fluidos corporales, recoge una publicación de diario El País de España.