Acabo de ver la primera semifinal del Mundial. Alemania, casi entrenando, a media marcha y con esa precisión de balón que siempre ha sido suya, castigó como nunca a Brasil, el local, el anfitrión, el equipo del ‘juego bonito’ que hace mucho lo perdió y que había organizado esta copa para ganársela como fuera, para dejarla en su casa y exorcizar así, por fin, la sombra del ‘Maracanazo’: el fantasma de esos dos goles uruguayos que el 16 de julio de 1950 enmudecieron a un estadio y a un país.
Poco tiempo antes de que Benedicto XVI dimitiera, en el Vaticano se reabrió un viejo y extraño proceso que perseguía la canonización del escritor inglés G.K. Chesterton. El expediente, según datos históricos dispersos, se sustenta en una misteriosa misión que el autor del inolvidable personaje del Padre Brown habría prestado a la Iglesia Católica, en 1929, por solicitud del papa Pío VI.