El invierno todavía no llegó a esta ciudad del noroeste de Siria, casi totalmente sitiada, pero niñas y niños ya van a clases con abrigos gruesos y gorros para protegerse del frío. Las aulas subterráneas, húmedas y frías están menos expuestas a las bombas y a los ataques aéreos del gobierno de Bashar al Assad.