En la década del 80 de la NBA, cuando era inimaginable que un argentino jugara allí, un show de exhibición atrajo los mismos flashes que un partido de playoffs. Fue el torneo de volcadas del All Star Game de 1988, en el que Michael Jordan y Dominique Wilkins protagonizaron uno de los duelos más memorables de la liga más poderosa de básquetbol mundial.