Como no hay filantropía internacional, para negociar un Estado con otro debe tener un poder de negociación, saber qué les interesa recíprocamente para acordar decisiones perdurables. Una reunión presidencial se justifica cuando hay discrepancias importantes al final de una negociación, pero por el momento el Acuerdo Comercial con China es una idea que puede ser buena o mala según la reciprocidad.
Para el Ecuador es básico encontrar productos nuevos, a más de los que ya les exportamos, sin preferencias arancelarias, porque somos competitivos. Por su parte China es la fábrica del mundo, vende casi todo a base de su productividad, aún sin preferencias comerciales de tratados internacionales, como se verá en la reunión de China con Latinoamérica que se realizará en Guayaquil en noviembre/22. De otro lado se debe analizar los resultados de Chile, Perú y Costa Rica a la luz de los tratados que firmaron con China y además prever que sus productos pasen por un control de calidad y no afecten a nuestra producción de sencilla complejidad.
La deuda a China está garantizada por ventas de petróleo, por lo que China tiene la sartén por el mango. Aquí lo que cabría es pre pagar la deuda con un crédito externo más barato, y plantear que estos pagos se tornen en inversiones directas y productivas de China en Ecuador.
En donde si cabe una gestión presidencial es en la remediación de los defectos de construcción de obras de infraestructura que hicieron los chinos al apuro en base de sospechosas decisiones del gobierno ecuatoriano.
Ojalá el presidente Lasso, que va invitado a la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín, tenga el tiempo necesario para hablar con el líder chino sobre estas materias. De lo contrario este viaje será infructuoso. Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Australia anunciaron un boicot diplomático a estos Juegos por el historial de China en derechos humanos. El Presidente Lasso, irá a pesar de esto y de las decisiones urgentes que debe tomar en el Ecuador.