¿Qué haría usted, si pudiera gobernar el país, con cierta libertad, durante un período de seis meses? En serio, pregúntese que haría y trate de ponerse en los zapatos del pobre señor que tiene esa obligación.
Sólo puede hacer cambios en leyes económicas y nada más. Y nada menos. Es un notable poder que le puede ser muy útil al país.
Considere, además, que toda ley que envíe puede ser modificada y hasta derogada por la siguiente Asamblea. Si usted quiere que los cambios introducidos perduren en el tiempo, entonces tendrá que hacer reformas que no sean objeto de todas las críticas del país y que puedan ser aceptables a una relativa mayoría.
Así, cualquier cambio legal muy extremo no tiene sentido porque es seguro que será derogado inmediatamente luego de que se posesionen los futuros asambleístas.
Parecería que las opciones que quedan son “reformas moderadas” y este editorialista se atreve a recomendar las siguientes: una reforma tributaria, una laboral y una a la seguridad social.
En la reforma tributaria debería hacerse aquellas cosas que todos piden, pero que pequeños grupos de interés impiden, concretamente, debería derogarse todos los recovecos que permiten eludir impuestos. En otras palabras, cobrarles impuestos a los que se debería cobrar y no subir tasas ni crear impuestos. En eso, casi todos los ecuatorianos estamos de acuerdo.
En lo laboral debería crearse un régimen que permita contratar a empleados NUEVOS en una estructura más flexible. Cuando despedir es más fácil, también es más fácil contratar. Esto es algo más polémico, pero si se lo hace con mucho tacto, sí es factible.
Finalmente, deberían hacerse pequeñas reformas en el cálculo de las pensiones que paga el IESS y su relación con los aportes de los afiliados. Incluso una reforma modesta en este sentido sería un gran avance.