Ventas anticipadas de petróleo, emisión de bonos a tasas sobre el 10%, firma de contratos petroleros atados a financiamiento, créditos con garantía del oro. Esas han sido las opciones “creativas” que el Gobierno ha utilizado el presente año para financiar el Presupuesto del Estado, además de las tradicionales operaciones de crédito con los multilaterales o las colocaciones de bonos en el mercado doméstico.
La mayoría de esos créditos llegaron en el primer semestre del año, lo cual partió en dos períodos el desempeño de la economía nacional. Hasta junio pasado, la desaceleración económica era relativamente moderada, aunque con una tendencia marcada.
El primer trimestre se registró una contracción de la economía del 0,1% respecto al período previo, mientras que entre abril y junio la caída aumentó al 0,3%.
Pese a esa desaceleración, las actividades productivas aún sentían la inyección de recursos provenientes del endeudamiento.
El escenario cambió a partir de julio y eso se ha evidenciado en el sector de la construcción, en las ventas de cemento, de vehículos, etc. Todavía no hay cifras oficiales para el segundo semestre del año, pero la mayoría de indicadores apuntan a una mayor contracción económica, ya que no se han ingresado mayores recursos para cubrir las necesidades de financiamiento público y el precio del petróleo se ha mantenido a la baja. El precio promedio del barril de crudo durante n el primer semestre fue USD 48,3, según el Banco Central y para el segundo bordea los 37.
El fin de año termina con el ingreso de recursos de última hora para pagar los bonos Global 2015, mientras los escasos ingresos fiscales alcanzan para cumplir, en el límite del tiempo, con el pago del decimotercer sueldo a la burocracia. Los damnificados han sido buena parte de los proveedores del Estado, que tendrán que esperar al 2016 para cobrar sus acreencias.
Este escenario hace prever que la proyección de crecimiento para este año, del 0,4%, sea demasiado optimista.