El asedio de los griegos no conseguía atravesar los muros de Troya e idearon una estratagema: construyeron un enorme caballo de madera y ofrecieron como ofrenda a Atenea quien aceptó sin imaginar que era un ardid; en el interior los griegos ocultaron a sus mejores guerreros los cuales tras cruzar las murallas salieron del escondite, abrieron las puertas de la ciudad y los invasores la destruyeron.
Lo que está pasando en Ecuador no pertenece a la mitología ni de por medio hay nada de ingenio. Pero resulta asombroso porque parecería un plan urdido para propiciar el regreso de quienes destruyeron la nación, allanado su camino con al menos tres insólitas acciones:
(1)Los asesores de Carondelet no han tenido solvencia estratégica (nadie les exige clarividencia) para valorar lo que representa el Quinto Poder inventado por Correa, en Montecristi, que le permitió manejar los hilos de todos los organismos del Estado. Y, en lugar de aconsejar al mandatario eliminarlo mediante consulta popular, dejan que el país se apreste a legitimar a sus integrantes, eligiéndoles en las urnas, en marzo.
Una mirada a las ofertas de campaña de los candidatos al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social basta para deducir sus propósitos. Y conociendo al correísmo y su retorcida manera de interpretar las leyes, no hay que descartar que se atrevan a revisar las resoluciones del Consejo transitorio, presidido por Julio César Trujillo, aunque provoquen una hecatombe democrática. Al filo del precipicio en que se halla el país, la única alternativa sería consultar al pueblo si está de acuerdo en quitarle al organismo la facultad nominadora y devolver a la Asamblea Nacional -donde están representadas las fuerzas políticas del país-, la capacidad de designar esas autoridades.
(2) La elección del Consejo Nacional de la Judicatura (CNJ) también ha dejado un mal sabor por el tejemaneje del proceso y los vínculos políticos de sus integrantes, por lo que la búsqueda de independencia de la Justicia seguirá siendo una utopía. La afirmación de su flamante presidenta de no haber pertenecido a lo que llama “década nefasta de corrupción que gobernó al país”, en lugar de aclarar su pasado ha sido munición que ha lesionado su propia credibilidad, luego de que se difundieran videos con declaraciones y decisiones suyas que contradicen su discurso actual.
(3) La propuesta de enajenar las empresas del Estado (aunque hoy hablan de concesionar su administración) pudiera camuflar el retorno, en forma de inversión, de los miles de millones que se llevaron en la década pasada. Sucedió en la Unión Soviética cuando cayó el régimen y la “nomenklatura” compró empresas y consorcios. Hoy son los oligarcas de Rusia.
El asedio correísta al país ha sido incesante pero para estar de vuelta no habrá necesitado un caballo como el de Troya, sino torpes acciones del gobierno.