No sabemos a dónde vamos. Ni el Presidente, ni las élites, peor el pueblo llano. Percibimos que se cree que gobernar solo es pagar los sueldos, porque carecemos de certezas, porque advertimos confusión de un gobierno que comete demasiadas novatadas, cuyos efectos negativos va a pagar la población sin trabajo y sin seguridad, pues sin recursos fiscales no se puede reversar la crítica situación.
Da la impresión que solo hay una estrategia populista en función de la reelección del próximo año. El Presidente no puede gobernar en función de reelegirse sino trabajar para solucionar nuestras urgencias, pensar en la Patria que necesita mejorar el destino de los ecuatorianos pobres.
En lugar de hacer una consulta innecesaria es menester tener claridad y experticia, para tomar decisiones de fondo, ahora, para modelar un camino cierto de desarrollo, que dé confianza a los organismos multilaterales de crédito para que nos otorguen préstamos baratos. Debemos sacudirnos de una política tropical que cree que empeorando el déficit fiscal vamos a componer la situación.
Se habla de atraer inversiones que den empleo pero se hace lo contrario. Nadie va a venir al Ecuador si es un país que debilita más aún las reservas monetarias vendiendo el oro y poniendo en riesgo la dolarización. Quién va a venir a arriesgar sus capitales a un país que toma medidas para cercenar los ingresos tributarios, mediante rebajas a los impuestos que pagan los ricos, en lugar de aplicar una política tributaria para que paguen más los que más ganan y más recursos tienen. Qué inversiones petroleras podemos tener si se impide la explotación cierta de reservas probadas.
Para que vengan inversiones y crédito no hay otra alternativa que bajar el riesgo país, sincerando nuestra economía, focalizando rápido los subsidios, corrigiendo la situación delicada del IESS y aumentando el IVA que es un impuesto de rápida recaudación, que afecta a los que más consumen. De lo contrario habremos desperdiciado la oportunidad de los primeros meses de un nuevo gobierno.