Sergio Ramírez es un combatiente sandinista de los que lideraron la lucha contra la dictadura de Somoza. Llegó al grado de comandante luego de años de resistencia, fue perseguido y apresado y se convirtió en uno de los líderes del Frente Sandinista. Luego del triunfo fue miembro de la Junta de Gobierno, luego se lo eligió vicepresidente de la República. También fue legislador. Ramírez es, además un reconocido intelectual y destacado novelista.
Con semejantes antecedentes, debería ser una figura en la Nicaragua que gobierno su ex compañero Daniel Ortega. Pero no es así. Al contrario, es ahora un perseguido político que tuvo que exiliarse. El régimen lo considera un traidor a la patria junto a otros 93 exiliados políticos le quitó la nacionalidad nicaragüense. Previamente se había dado el mismo proceso con 222 detenidos a quienes se expulsó del país a Estados Unidos. Entre ellos estaban grandes figuras que, como Ernesto Cardenal se opusieron a Ortega, convertido en un gobernante autoritario.
Su juzgador, un magistrado adicto al gobierno había declarado: “Los acusados ejecutaron y continúan ejecutando actos delictivos en perjuicio de la paz, la soberanía, la independencia y la autodeterminación del pueblo nicaragüense, incitando a la desestabilización del país, promoviendo bloqueos económicos, comerciales y de operaciones financieras, todo en perjuicio de la paz y el bienestar de la población”.
En medio de una ola mundial de rechazo a este acto de Ortega, el gobierno del Ecuador resolvió otorgar a Ramírez la nacionalidad de nuestro país. Ramírez aceptó de inmediato. Envío este mensaje: “El día de ayer recibí una llamada del presidente Guillermo Lasso para comunicarme la decisión de su gobierno de concederme la ciudadanía ecuatoriana. Me siento agradecido y muy honrado de tener a Ecuador por patria”.
Buena noticia. En esa decisión sí estamos de acuerdo con el gobierno. Ese gran patriota latinoamericano será en el futuro nuestro connacional. Esos son los ecuatorianos que se necesitan.