La expansión de China en América Latina es una realidad. Si en 1980 sus inversiones en el exterior fueron cercanas a cero, en el 2010 ascendió a cerca de 60 000 millones de dólares.
Así como los montos de inversión han ido en aumento, los índices de crecimiento han sido importantes. Desde 1979 al 2015 ha mantenido un crecimiento promedio de 9,5% anual, siendo el mejor año 1984, en el que se superó el 15%. Algo excepcional a escala internacional para un país emergente.
El único año en que su economía tuvo en desempeño más modesto fue en 1989, cuando el índice de crecimiento se ubicó en el 4%.
A pesar de que en el 2014 la economía china entró en una fase de ralentización o desaceleración, provocada por factores externos e internos (caída de la inversión inmobiliaria), sus índices de crecimiento se mantienen estables.
Hay ciertos índices que desmienten alguna vulnerabilidad de su economía. De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadísticas (NBS), la producción industrial de China creció en el 2014 a un 8,8%. De igual modo, las ventas minoristas aumentaron un 12,2% para el 2014 y la inversión en activos de renta fija subió un 17,6% entre enero y marzo.
Estos importantes avances en materia económica han hecho que más de 200 millones de personas, entre las décadas 1980 y 1990, hayan salido de la pobreza absoluta.
No hay que olvidar que China es el mayor exportador de mercancías a escala mundial. A más de ser uno de los principales importadores de materias primas, es responsable en tres cuartas partes del crecimiento de la demanda de energía global. No obstante, la mayor parte de sus importaciones está relacionada con los sectores de energía y minas (USD 239 mil millones) y agricultura (USD 68 mil millones). En cuanto a sus exportaciones, el principal rubro es en manufacturas en general (USD 1 024 mil millones) y servicios (USD 112 mil millones).
Con respecto a América Latina, en el período que va del 2005 al 2012, las inversiones de China en la región llegaron a los USD 29,7 mil millones. Esta cifra es considerable si se compara con el monto destinado a Norteamérica (38,4 mil millones), Europa (34,8 mil millones), Asia (32,2 mil millones), Australia (32,8 mil millones), Oceanía (27,8 mil millones) y Medio Oriente (21,2 mil millones).
De los USD 29,7 mil millones invertidos en América Latina, el 74% se dirigió al sector energético (petróleo y gas natural), 23% al sector minero y el 1% en el resto de sectores (agrícola, finanzas e infraestructura).
Esto está generando interesantes debates sobre los efectos e impacto que ha provocado este relacionamiento comercial y de inversiones de los países de América Latina con China. Lo positivo de todo esto es que esta demanda de materias primas ha permitido a los países de la región mejorar sus ingresos, pero lo negativo es que a la final América Latina no ha dejado de depender de la exportación de materias primas. Efectos y contrastes de la expansión de China.